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RESOLUCIÓN DEL XVIII CONGRESO: “Análisis y conclusiones sobre la construcción socialista durante el siglo XX, fundamentalmente en la URSS. Percepción del KKE sobre el socialismo”



El XVIII Congreso del KKE, cumpliendo la tarea encomendada por el XVII Congreso hace cuatro años, ha profundizado en las causas de la victoria de la contrarrevolución y de la restauración capitalista. Se trataba de una obligación necesaria y oportuna para nuestro Partido, como lo es para todo Partido Comunista. Así, hemos ido enfrentado esta tarea desde el XIV Congreso y la Conferencia Nacional de 1995. Se trata de una tarea que está relacionada con el renacer de la conciencia y la fe en el socialismo.

Desde hace más de un siglo, los ataques burgueses contra el movimiento comunista, a menudo bajo una forma de elitismo intelectual, concentran su fuego sobre el núcleo revolucionario del movimiento obrero; luchan, en general, contra la necesidad de la revolución y su consecuencia política, la dictadura del proletariado que es el poder revolucionario de la clase obrera. En particular, luchan contra el resultado de la primera revolución victoriosa, la Revolución de Octubre en Rusia, oponiéndose ferozmente a toda fase en la que la Revolución desenmascaró y repelió las actividades contrarrevolucionarias y los obstáculos oportunistas, que, en el análisis final, debilitaban, directa o indirectamente, la Revolución a nivel social y político.

Desde hace más de un siglo, toda corriente que niega, rechaza o abandona la necesidad de la lucha revolucionaria está siendo promovida como “socialismo democrático”, en oposición al denominado comunismo “totalitario”, “dictatorial” o “golpista”. Somos muy conscientes de estos ataques y calumnias contra el comunismo científico, contra la lucha de clases. Se refieren no sólo a las condiciones bajo el capitalismo, sino también, bajo formas y condiciones diferentes, al proceso de formación de las nuevas relaciones sociales, así como a su expansión y maduración en relaciones comunistas.

Hoy, el oportunismo internacional se ha reagrupado en el “Partido de la Izquierda Europea”, que ha incrementado el tono de la retórica del “socialismo democrático”, en las condiciones de una simultánea manifestación de la crisis económica capitalista.

Por este motivo, en la discusión sobre la “democracia socialista” se utilizan diferentes varas de medir para juzgar acontecimientos que tuvieron lugar durante uno u otro período, con el objetivo explícito de eliminar la contribución de la construcción socialista. En algunos casos se niegan totalmente los 70 años de historia de la URSS, en otros se ataca específicamente al período en que se establecieron las bases socialistas. En cualquier caso, siempre se apoyan las prácticas políticas que constituyeron desviaciones del rumbo socialista.

El KKE se mantiene firme en la defensa de la contribución de la construcción socialista en la URSS, y de la construcción socialista en general durante el siglo XX, de la lucha por el progreso social y por la abolición de la explotación del hombre por el hombre.

Hoy nuestro Partido está ideológicamente más armado y tiene más experiencia política para rebatir las intervenciones ideológicas de los centros burgueses, propagadas a través de sus periódicos y libros o a través del proceso educativo. Nos enfrentamos a intervenciones que pueden ejercer una cierta influencia en los sectores más próximos al Partido, o incluso dentro del propio Partido.

Estudiamos el inexorable rumbo de la lucha de clases durante la transición a la nueva sociedad, su fundación y desarrollo, la expansión y profundización de las nuevas relaciones de producción y distribución, de todas las relaciones sociales y la conformación del hombre nuevo. Hablamos de las contradicciones, los errores y las desviaciones que se produjeron bajo la presión de la correlación de fuerzas internacional, sin recurrir al nihilismo.

Examinamos los acontecimientos de forma crítica y autocrítica para hacer al KKE, como parte del movimiento comunista internacional, más fuerte en la lucha por el derrocamiento del capitalismo, por la construcción del socialismo. Estudiamos y juzgamos el rumbo de la construcción socialista de manera autocrítica, es decir, con plena conciencia de que nuestras debilidades, deficiencias teóricas y análisis erróneos también fueron parte del problema.

Continuamos realizando análisis y conclusiones adicionales para el enriquecimiento de nuestra concepción programática del socialismo armados con un espíritu colectivo, siendo conscientes de las dificultades y deficiencias y con determinación revolucionaria. Somos muy conscientes de que los futuros estudios políticos, realizados por nuestro Partido y por el movimiento comunista a nivel internacional, sin duda iluminarán aún más los temas relativos a la experiencia de la URSS y del resto de países socialistas. Está más allá de toda duda que aparecerán nuevos asuntos que exijan una mejora y profundización de algunas de nuestras afirmaciones. El desarrollo de la teoría del socialismo y comunismo es una necesidad, un proceso vivo, un desafío para nuestro Partido y para el movimiento comunista internacional, hoy y en el futuro.

El KKE tiene la experiencia que garantiza la continuidad, el enriquecimiento del conocimiento y la percepción unitaria, como ha hecho desde el XIV Congreso.

El proceso pre-congresual ha revelado la responsabilidad y madurez de los miembros y cuadros del Partido, su capacidad para expresar sus opiniones en el sentido, con el criterio y a partir de los ejes principales de las Tesis del Comité Central, que han sido aprobadas por abrumadora mayoría.

El nuevo CC tiene la tarea de organizar una mayor investigación en los asuntos específicos que se señalan, de buscar la cooperación de otras fuerzas comunistas, especialmente de los países que estuvieron implicados en la construcción socialista en el pasado, de escoger las vías de participación de los miembros del Partido en la formulación final de las conclusiones que resulten de estos estudios especializados.

Con la presente decisión del XVIII Congreso, el KKE enriquece su concepción programática del socialismo.

Nuestro Partido emerge más poderoso y unido, capaz de inspirar y unir a la nueva clase obrera y fuerzas populares, especialmente a los más jóvenes, en la lucha por el socialismo.

El XVIII Congreso expresa su optimismo revolucionario de que en el curso de los años por venir se visualizará un reagrupamiento del movimiento comunista internacional (del cual el KKE es parte), un reagrupamiento sobre la base del desarrollo de su unidad ideológica y estratégica comunista.

A. La contribución del Sistema Socialista

1. A mediados del siglo XIX, el desarrollo del capitalismo y de la lucha de clases puso inevitablemente al comunismo en el primer plano de la historia. El primer programa comunista científico es el “Manifiesto del Partido Comunista”, escrito por Karl Marx y Friedrich Engels hace 160 años, en 1848. La primera revolución proletaria fue la Comuna de París, en 1871. Con el siglo XX llegó el triunfo de la Revolución Socialista de Octubre, que supuso el punto de partida de uno de los más grandes logros de la civilización en la Historia de la humanidad: la abolición de la explotación del hombre por el hombre. Después, tras la Segunda Guerra Mundial, en varios países de Europa y Asia, así como en el continente americano, en Cuba, el poder estatal fue tomado con el objetivo de proceder a la construcción socialista.

A pesar de los muchos problemas de los países socialistas, el sistema socialista del siglo XX demostró su superioridad sobre el capitalismo y demostró asimismo las grandes ventajas que suponía para la vida de los pueblos y las condiciones laborales.

La Unión Soviética y el sistema socialista mundial constituyeron el único contrapeso real a la agresión imperialista. El papel de la Unión Soviética en la victoria popular antifascista, en la II Guerra Mundial, fue decisivo. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas destrozó a las fuerzas y la maquinaria militar alemanas y de sus aliados que habían invadido el territorio soviético. Liberó a muchos países europeos de la ocupación alemana. Más de 20 millones de ciudadanos soviéticos dieron sus vidas por la patria socialista mientras 10 millones resultaron lisiados o heridos. La amplitud de la devastación material del territorio soviético fue enorme.

Las victorias del Ejército Rojo propagaron de manera importante el desarrollo de los movimientos de liberación nacional y antifascistas, dirigidos por Partidos Comunistas. En muchos países de Europa central y oriental la lucha antifascista, con la decisiva contribución del Ejército Rojo, estuvo vinculada al derrocamiento del gobierno burgués.

El Estado socialista dio ejemplos históricos de solidaridad internacionalista hacia los pueblos que luchaban contra la explotación, la ocupación extranjera y la intervención imperialista. Contribuyó decisivamente a la liquidación del colonialismo y a la limitación de los conflictos y enfrentamientos militares.

Los avances para los trabajadores en los estados socialistas fueron un punto de referencia durante muchas décadas, y contribuyeron a las conquistas obtenidas por la clase obrera y el movimiento popular en las sociedades capitalistas. El equilibrio de fuerzas internacional que se formó tras la II Guerra Mundial obligó a los estados capitalistas, hasta cierto punto, a retroceder y maniobrar para tratar de contener la línea revolucionaria de lucha y para crear las condiciones en que el movimiento obrero pudiese ser asimilado.

La abolición de las relaciones capitalistas de producción liberó a las personas de las ataduras de la esclavitud asalariada y despejó el camino de la producción y el desarrollo de las ciencias con el objetivo de satisfacer las necesidades populares. De esta manera, toda la población tenía garantizado el trabajo, la sanidad y la educación públicas y gratuitas, la provisión de servicios asequibles por parte del Estado y el acceso a la creatividad intelectual y cultural. La completa erradicación del terrible legado de analfabetismo, combinada con el incremento del nivel general de educación y especialización y la abolición del desempleo, constituyen logros únicos del socialismo. En la Unión Soviética, según un censo de 1970, más de tres cuartas partes de la población trabajadora de las ciudades y el 50% de los obreros de las áreas rurales habían finalizado una educación media o superior1.

La URSS, durante el transcurso de los 24 años anteriores al ataque nazi, había dado grandes pasos en su desarrollo industrial y económico, reduciendo la desigualdad que había heredado. La revolución cultural, elemento inseparable de la construcción socialista, dio a los trabajadores la posibilidad de conocer y disfrutar los logros de la cultura humana.

En 1975, la ley garantizaba en la Unión Soviética que las horas de trabajo no podían superar las 41 semanales2, una de las jornadas más cortas del mundo. Todos los trabajadores tenían días de descanso garantizado y vacaciones anuales pagadas. Se amplió el tiempo libre y se modificó su contenido, transformándose en un tiempo para el desarrollo del nivel cultural y educativo de los trabajadores, para el incremento de su participación en el poder obrero y en el control de la administración de las unidades productivas.

La Seguridad Social para los trabajadores era una prioridad absoluta del Estado socialista. Se creó un amplio sistema de prestaciones por retiro con el importante logro de bajas edades de jubilación (55 años para las mujeres, 60 para los hombres). La financiación del fondo estatal de pensiones estaba asegurada por medio de ingresos fiscales del presupuesto estatal, y las contribuciones a dicho fondo de empresas e instituciones. Condiciones similares se dieron en el resto de Estados socialistas europeos.

El poder socialista sentó las bases para la abolición de la desigualdad de las mujeres, superando las grandes dificultades que objetivamente existían. El socialismo aseguró en la práctica el carácter social de la maternidad, y socializó la atención infantil. Instituyó la igualdad de derechos para las mujeres y los hombres en las esferas económica, política y cultural sin que, evidentemente, se pudieran eliminar inmediatamente todas las formas de relaciones desiguales entre los dos géneros que se habían desarrollado durante un largo período.

La dictadura del proletariado, el poder de los obreros revolucionarios, como Estado que expresaba los intereses de la mayoría social del pueblo explotado y no de la minoría de explotadores, demostró ser una forma superior de democracia. Por primera vez en la Historia, la unidad de producción se convertía en el núcleo de la democracia, con la participación representativa de los trabajadores en el poder y en la administración, la posibilidad de elegir de entre ellos mismos y revocar a los representantes en los niveles superiores de poder. El poder obrero sacó de la marginalidad a las masas y se desarrollaron un gran número de organizaciones de masas: sindicales, culturales y educativas, de mujeres, juveniles; donde la mayoría de la población estaba organizada.

La propaganda burguesa y oportunista, al hablar de falta de libertad y regímenes antidemocráticos, proyecta los conceptos de “democracia” y “libertad” burgueses, identificando democracia con parlamentarismo burgués, y libertad con el individualismo burgués y la propiedad privada capitalista. La esencia real de la libertad y la democracia bajo el capitalismo es la coerción económica de la esclavitud asalariada y la dictadura del capital, en la sociedad en general y en las empresas capitalistas en particular. Nuestro enfoque crítico en relación al control y la participación obrera y popular no tiene ninguna relación con las polémicas burguesas y oportunistas sobre la democracia y los “derechos” en la URSS.

La Revolución de Octubre inició un proceso de igualdad entre las naciones y las nacionalidades en el marco de un gran estado multinacional, y marcó la dirección para la resolución de los problemas nacionales al abolir la opresión nacional en todas sus formas y manifestaciones. Este proceso fue, sin embargo, socavado en el transcurso de la erosión de las relaciones comunistas y fue completamente finiquitado con los acontecimientos contrarrevolucionarios de los 80.

Los Estados socialistas hicieron importantes esfuerzos por desarrollar formas de cooperación y relaciones económicas basadas en el principio del internacionalismo proletario. Con la fundación en 1949 del Consejo de Asistencia Mutua (CAME), se intentó dar forma a un nuevo tipo de relaciones internacionales sin precedentes, basado en los principios de igualdad, beneficio mutuo y ayuda mutua entre Estados que estaban construyendo el socialismo. El nivel de desarrollo del socialismo en cada Estado obrero revolucionario no fue el mismo, y en gran medida dependía del nivel de desarrollo capitalista que existía cuando se tomó el poder, asunto que debe tomarse en consideración cuando se hacen análisis y comparaciones.

Las conquistas que indudablemente se lograron en los Estados socialistas, teniendo en cuenta su punto de partida y también el nivel de vida de los trabajadores en el mundo capitalista, demuestran que el socialismo tiene un potencial intrínseco para la mejora continua de la vida de la humanidad y el desarrollo de la personalidad humana.

Lo históricamente nuevo fue que este desarrollo era para las masas en conjunto, en contraste con el capitalismo, que se entrelaza con la explotación y la injusticia social creando una gran devastación, como la que ocurrió con los nativos en el continente americano, o en Australia, o con el masivo sistema esclavista de los EEUU en los siglos precedentes, con la explotación colonial, con la anarquía de la producción y la destrucción posterior consecuencia de las grandes crisis económicas, con las guerras imperialistas, el trabajo infantil y tantos otros ejemplos.

La contribución y superioridad de la construcción socialista en la URSS debe ser juzgada en relación a la estrategia del cerco imperialista, la cual generó una gran destrucción y continuos obstáculos y amenazas.

B. Posiciones teóricas sobre el Socialismo como fase primera e inferior del Comunismo

2. El Socialismo es la primera fase de la formación socioeconómica comunista; no es una formación socioeconómica independiente. Es un comunismo inmaduro, sin desarrollar.

El completo establecimiento de relaciones comunistas exige la superación de los elementos de inmadurez que caracterizan a su fase inferior, el socialismo.

El comunismo inmaduro significa que las relaciones comunistas de producción y distribución aún no han prevalecido completamente. Funciona la ley básica del modo de producción comunista: “Producción proporcional para la amplia satisfacción de las necesidades sociales”.

Los medios de producción concentrados son socializados, pero al principio aún existen formas de propiedad individual y grupal que constituyen la base para la existencia de relaciones mercancía-dinero. Se establecen formas de producción cooperativa en aquellos sectores en los que el nivel de las fuerzas productivas todavía no permite la socialización de los medios de producción. Las formas de propiedad grupal constituyen una forma transicional de propiedad entre la privada y la social, y no constituyen una forma inmadura de relaciones comunistas.

Una parte de las necesidades sociales es cubierta de forma universal y gratuita. Sin embargo, todavía otra parte importante del producto social -dirigida al consumo individual- se distribuye en base al principio “de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo”. En las condiciones del comunismo desarrollado, la distribución del producto social se basa en el principio “a cada cual según su necesidad”.

En el socialismo, partiendo de la base de su inmadurez económica, todavía siguen existiendo desigualdades sociales, estratificación social, diferencias importantes e incluso contradicciones, como las que se dan entre la ciudad y el campo, entre obreros intelectuales y manuales, o entre obreros especializados y no especializados. Todas estas desigualdades deben ser completamente erradicadas, gradualmente y de forma planificada.

Durante la construcción del socialismo, la clase obrera va adquiriendo progresivamente, y no de manera uniforme, la capacidad de tener un conocimiento integral de las diferentes partes del proceso productivo, del trabajo de supervisión y un papel esencial en la organización del trabajo. Como resultado de las dificultades de este proceso, aún es posible que los trabajadores que realizan labores de gestión de la producción y los trabajadores que realizan un trabajo intelectual y que tienen alta especialización científica, tiendan a separar el interés individual y el interés de la unidad de producción del interés social, o tiendan a reclamar una mayor parte del producto social total, puesto que la “actitud comunista” hacia el trabajo todavía no ha prevalecido.

El salto que se produce durante el período de construcción socialista, es decir, durante el período revolucionario de transición del capitalismo al comunismo desarrollado, es cualitativamente superior a cualquier otro anterior, puesto que las relaciones comunistas, que no tienen naturaleza explotadora, no se han formado en el marco del capitalismo. Se produce una lucha entre las “semillas” de lo nuevo contra los “vestigios” del viejo sistema en todas las esferas de la vida social. Se trata de una lucha por la transformación radical de todas las relaciones económicas y, por extensión, de todas las relaciones sociales, en relaciones comunistas.

La revolución social no se puede restringir únicamente a la conquista del poder y a la formación de la base económica para el desarrollo socialista, sino que se extiende a lo largo de toda la construcción socialista e incluye el desarrollo del socialismo para alcanzar la fase superior comunista. Durante esta transición prolongada de la sociedad capitalista a la sociedad comunista desarrollada, las políticas del poder obrero revolucionario, con el Partido Comunista como fuerza dirigente, priorizan la formación, extensión y profundización de las nuevas relaciones sociales, en su plena e irreversible supremacía, y no de forma subjetivista, sino en base a las leyes del modo de producción comunista.

Así es como la lucha de clases de la clase obrera continúa – en condiciones nuevas, con otras formas y medios – no sólo durante el período en que se están poniendo las bases del socialismo, sino también durante el desarrollo del socialismo. Se trata de una batalla continua por la abolición de toda forma de propiedad grupal e individual de los medios de producción y el fruto de la producción, así como por la abolición de la conciencia pequeñoburguesa que tiene profundas raíces históricas. Se trata de una lucha por la formación de una conciencia social y una actitud análogas directamente al carácter social del trabajo. En consecuencia, la dictadura del proletariado, como instrumento de dominación de clase y de la lucha de clases, es necesaria no sólo durante el “período de transición” para la consolidación del nuevo poder, la realización de medidas para el desarrollo de las nuevas relaciones económicas y la abolición de las relaciones capitalistas, sino también durante el desarrollo del socialismo hasta su maduración en una fase superior, la comunista.

3. La construcción socialista es un proceso ininterrumpido, que comienza con la toma del poder por la clase obrera. Inicialmente se crea un nuevo modo de producción que tiende a abolir completamente las relaciones capitalistas, la relación entre capital y trabajo asalariado. Posteriormente, las nuevas relaciones se amplían y profundizan, las relaciones comunistas y el hombre nuevo se desarrollan hasta un nivel que garantiza su dominio irreversible, dado que las relaciones capitalistas han sido abolidas a escala mundial o, al menos, en los países desarrollados e influyentes del sistema imperialista.

La construcción socialista contiene la posibilidad de una reversión de su curso, de un retroceso y un retorno al capitalismo. Tal retroceso no es un fenómeno nuevo en el desarrollo social y en todo caso constituye un fenómeno temporal en su Historia. Es un hecho irrefutable que ningún sistema socio-económico se ha consolidado inmediatamente en la Historia de la Humanidad. El tránsito de una fase inferior de desarrollo a otra superior no es un proceso ascendente directo. Esto lo demuestra la propia historia del triunfo del capitalismo.

4. El enfoque que, defendiendo la existencia de “sociedades transicionales”, les atribuye características distintas tanto del capitalismo como del socialismo es incorrecto. Desde este punto de vista, los actuales sistemas de China y Vietnam se interpretan erróneamente como representantes de las “sociedades multisectoriales” transicionales.

No pasamos por alto las especiales características del período que en la bibliografía marxista se conoce como “período de transición”, durante el cual la revolución socialista busca la victoria, se desarrolla la posible guerra civil y tiene lugar la dura lucha entre las relaciones comunistas inmaduras (socialistas) que se empiezan a desarrollar y las relaciones explotadoras capitalistas que aún no han sido abolidas. La experiencia histórica ha demostrado que este período no puede durar demasiado. En la URSS este período se cerró hacia mediados de los años 30. La lucha contra las relaciones capitalistas y las dificultades en la construcción de la base socialista se agudizaron debido a la herencia feudal y patriarcal de las antiguas colonias de la Rusia zarista. Lenin, en su tiempo, señaló que la extensión, la duración y la naturaleza de las medidas transicionales dependerían del nivel de desarrollo de las fuerzas productivas que el socialismo hereda del capitalismo3. También recalcó que, en los países en los que la industria está más desarrollada, las medidas transicionales hacia el socialismo son menores o en algunos casos se hacen totalmente innecesarias.

El período de transición no es independiente del proceso de construcción socialista, ya que es durante su curso cuando se establece la base para el desarrollo de la sociedad comunista en su primera fase.

También es un error restringir exclusivamente al período transicional los fenómenos sociales y las contradicciones que continúan existiendo, hasta cierto punto, durante la fase inmadura (socialista) del comunismo (formas de producción individual y cooperativa, existencia de relaciones mercancía-dinero, diferencia entre el campo y la ciudad). Tal enfoque percibe el socialismo como una sociedad sin clases con la persistencia de la contradicción entre trabajo manual e intelectual como única característica que lo diferencia del comunismo desarrollado. Así, según este enfoque, es durante la fase socialista cuando tiene lugar la desaparición del Estado, cuando deja de existir la dictadura del proletariado. Esta visión se distancia del enfoque de clase en el tema del Estado y de la lucha de clases en el socialismo, pues subestima el papel del factor subjetivo en el desarrollo socialista. En algunos casos, este enfoque defiende un decaimiento espontáneo de las formas de propiedad individual y cooperativa, de las relaciones mercancía-dinero, y minimiza el papel de la propiedad social, en base a los problemas actuales en la “mediación” entre productores.

5. La formación de un modo de producción comunista comienza por la socialización de los medios de producción concentrados, por la Planificación Central, por la asignación de la fuerza de trabajo a las diferentes ramas de la economía y por la distribución planificada del producto social, con la formación de instituciones de control obrero. Sobre la base de estas nuevas relaciones económicas, las fuerzas productivas, el hombre y los medios de producción se desarrollan rápidamente, la producción y la sociedad entera se organizan. Se llega a la acumulación socialista, a un nuevo nivel de prosperidad social.

Este nuevo nivel permite la extensión gradual de las nuevas relaciones al área de las fuerzas productivas que anteriormente no estaban lo suficientemente maduras como para ser incluidas en la producción social directa. Se amplían continuamente las condiciones materiales para la abolición de toda diferenciación en la distribución del producto social entre los trabajadores en la producción social directa, en los servicios sociales, así como para la continua reducción del tiempo de trabajo necesario.

Es un error argumentar que la verdadera socialización presupone la completa abolición de la distinción entre trabajo de gestión y ejecutivo. Lo mismo ocurre con la tesis de que la “nacionalización” (transformación en propiedad estatal) de los medios de producción en nombre de la dictadura del proletariado es algo distinto a su “socialización”. Estos argumentos tienden a cuestionar el papel de la dictadura del proletariado como instrumento de la lucha de clases del proletariado, la cual no se restringe a las tareas de acabar con las actividades contrarrevolucionarias de la burguesía, sino que también tiene la tarea fundamental de construir las nuevas relaciones, de erradicar todas las diferencias y desigualdades sociales.

En el socialismo, la socialización, así como toda la organización de la economía y la sociedad, se realiza a través del Estado por la clase obrera, bajo la guía del Partido Comunista. El Estado depende de la movilización de las masas obreras, del control obrero.

La completa supremacía de las relaciones comunistas, la transición a la fase superior de la nueva formación socioeconómica, presupone la completa abolición de las clases. Requiere la abolición, no sólo de la propiedad capitalista, sino de toda forma de propiedad privada o grupal sobre los medios de producción y el producto social, la completa erradicación de la diferencia entre campo y ciudad, entre trabajo manual e intelectual, una de las más profundas raíces de la desigualdad social, y la completa extinción de las contradicciones nacionales4.

De acuerdo con la ley social universal de la correspondencia entre las relaciones de producción y el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, cada nuevo nivel histórico de desarrollo de las fuerzas productivas que se logra con la construcción socialista exige una mayor “revolucionarización” de las relaciones de producción y de todas las relaciones económicas, en el sentido de su completa transformación en relaciones comunistas por medio de políticas revolucionarias. Como se ve en la práctica, cualquier retraso o, lo que es más importante, cualquier retroceso en el desarrollo de las relaciones comunistas, lleva a la agudización de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. En base a esto, las anteriormente citadas contradicciones y diferencias sociales pueden derivar hacia antagonismos sociales y desembocar en una agudización de la lucha de clases. En el socialismo existe la base objetiva para que, bajo ciertas condiciones, las fuerzas sociales puedan actuar como portadoras potenciales de las relaciones explotadoras, tal como se vio en la URSS en los 80.

6. El desarrollo del modo de producción comunista en su primera etapa, el socialismo, es un proceso durante el cual la distribución del producto social en forma monetaria se va aboliendo. La producción comunista – incluso en su etapa inmadura – es directamente producción social: la división del trabajo no se somete al intercambio, no se efectúa a través del mercado, y los productos del trabajo que se consumen individualmente no son mercancía.

La división del trabajo en los medios de producción socializados se basa en el plan que organiza la producción y determina sus proporciones con el objetivo de satisfacer las necesidades sociales y la distribución de bienes (valores de uso). Con otras palabras, es una división planificada centralmente del trabajo social e integra directamente – no a través del mercado – el trabajo individual como parte del trabajo social total. La planificación central distribuye el tiempo de trabajo total de la sociedad, con el fin de que las diferentes funciones del trabajo estén correctamente proporcionadas para satisfacer las diferentes necesidades sociales.

La planificación central expresa la configuración consciente de proporciones objetivas de producción y distribución, así como el esfuerzo para el desarrollo global de las fuerzas productivas. Por este motivo, el concepto de planificación no debe entenderse como una herramienta técnico-económica, sino como una relación comunista de producción y distribución que vincula a los trabajadores a los medios de producción, a los órganos socialistas. Incluye una elección conscientemente planificada de motivaciones y objetivos de la producción, y tiene como objetivo la amplia satisfacción de las necesidades sociales (ley económica básica del modo de producción comunista). Las directrices de la planificación central no se pueden identificar con el plan existente en un momento determinado, el cual debería reflejar de manera científica estas proporciones objetivas.

Entre los problemas de la planificación central se incluye el complejo asunto de la determinación de las “necesidades sociales”, especialmente bajo condiciones internacionales en las que el capitalismo construye una concepción bastante retorcida de lo que son realmente las necesidades sociales. Las necesidades sociales se determinan en base al nivel de desarrollo de las fuerzas productivas que se haya alcanzado en un determinado período histórico. Estas necesidades deben entenderse en su contexto histórico, modificándose en relación al desarrollo de las fuerzas productivas. Así, la forma en que la ley básica del comunismo se cumple debe desarrollarse con el objetivo inmediato de superar las disfunciones y desigualdades que existen en la cobertura de las necesidades sociales.

7. Una característica básica de la primera fase de las relaciones comunistas es la distribución de una parte de los bienes producidos “según el trabajo”. La “medida” del trabajo ha creado un debate teórico y político. La distribución de una parte de la producción socialista “según el trabajo” (lo que en términos formales se asemeja al intercambio de mercancías5) es un vestigio del capitalismo. El nuevo modo de producción no ha logrado aún acabar con él, ya que no ha desarrollado todavía todo el poder productivo humano necesario y todos los medios de producción en sus dimensiones adecuadas por medio del amplio uso de la nueva tecnología. La productividad del trabajo aún no permite una importante reducción del tiempo de trabajo, ni la abolición del trabajo duro ni del trabajo de carácter unilateral como para que sea abolida la necesidad social de trabajo obligatorio.

La distribución planificada de la fuerza de trabajo y los medios de producción conlleva la distribución planificada del producto social. La distribución del producto social no puede producirse a través del mercado, basado en las leyes y categorías del intercambio de mercancías. Según Marx, el modo de distribución cambiará cuando el modo particular del organismo social productivo y el nivel histórico correspondiente de desarrollo de las fuerzas productivas fuerce los cambios6 (p. ej. Las fuerzas productivas estaban a un nivel en la URSS en los años 30, y a otro en los años 50 y 60).

El marxismo define claramente el tiempo de trabajo como la medida de la participación individual de cada productor en el trabajo común. En consecuencia, el tiempo de trabajo del productor también se define como una medida de la parte que le corresponde del producto que se destina al consumo individual y se distribuye en base al trabajo.7 Otra parte (educación, sanidad, medicinas, calefacción, etc.) ya se distribuye en base a las necesidades. “El tiempo de trabajo”8 en el socialismo no es el “tiempo de trabajo socialmente necesario” que constituye la medida del valor para el intercambio de mercancías en la producción. “El tiempo de trabajo” es la medida de la contribución individual al trabajo social para la producción del producto total. Se señala claramente en El Capital: “El capital dinerario deja de existir en la producción socializada. La sociedad distribuye fuerza de trabajo y medios de producción entre las diversas ramas de actividades. Los productores pueden, por ejemplo, recibir vales de papel, y a cambio de ellos retirar de las reservas sociales de consumo una cantidad correspondiente a su tiempo de trabajo. Estos vales no son dinero. No circulan.” 9

El acceso a la parte del producto social que se distribuye “según el trabajo” se determina por la contribución en trabajo individual de cada persona a la totalidad del trabajo social, sin distinguir entre trabajo complejo o simple, entre trabajo manual o intelectual o de otro tipo. La medida de la contribución individual es el tiempo de trabajo, que el plan fija en base a las necesidades totales de la producción social, a las condiciones materiales del proceso productivo en el que el trabajo “individual” se incluye; a las necesidades especiales de la producción social para la concentración de la fuerza de trabajo en ciertas áreas, ramas, etc.; a las necesidades sociales especiales, tales como la maternidad, los individuos con necesidades especiales, etc.; a la posición personal de cada individuo en relación a la organización y ejecución del proceso productivo. En otras palabras, el tiempo de trabajo debe estar vinculado a objetivos tales como la conservación de los materiales, la aplicación de tecnologías más productivas, una organización más racional del trabajo y el control obrero de la administración y gestión.

El desarrollo planificado de las fuerzas productivas en el modo comunista de producción debe constantemente liberar más tiempo del trabajo, el cual debería utilizarse para elevar el nivel educativo y cultural de los trabajadores, permitir la participación obrera en el cumplimiento de sus tareas relativas al poder obrero y la gestión de la producción, etc. El desarrollo global del hombre como fuerza productiva en la construcción de un nuevo tipo de sociedad y de relaciones comunistas (incluyendo la posición comunista hacia el trabajo social directo) es una relación bilateral. Dependiendo de la fase histórica, una u otra parte tendrá prioridad.

El desarrollo de la planificación central y la extensión de la propiedad social en todas las áreas hace que el dinero sea gradualmente superfluo, inútil, eliminándose su contenido como forma de valor.

8. El producto de la producción individual y cooperativa, cuya mayor parte procede de la agricultura, se intercambia con el producto social por medio de las relaciones mercancía-dinero. La producción cooperativa se subordina hasta cierto punto a la planificación central, que determina la parte de la producción que se destina al Estado y fija los precios estatales, así como los precios máximos para la parte de la producción que se destina al mercado cooperativo.

La vía para resolver las diferencias entre la ciudad y el campo, entre la producción industrial y agrícola, consiste en la unión de los agricultores y productores en el uso conjunto de grandes extensiones de tierra para la producción del producto social con el uso de la mecanización moderna y otros medios de progreso científico-técnico que aumentan la productividad laboral, la creación de una fuerte infraestructura para la preservación de la producción agrícola de riesgos meteorológicos imprevistos y la sujeción del trabajo social directo a las organizaciones socialistas unificadas. Esta vía sirve para transformar toda la producción agrícola en una parte de la producción social directa.

C. El socialismo en la URSS – Causas de la victoria de la contrarrevolución

9. Nos hemos centrado en la experiencia de la URSS porque constituyó la vanguardia de la construcción socialista. Es necesario un mayor estudio sobre el rumbo del socialismo en el resto de Estados europeos, así como el curso del poder socialista en los países asiáticos (China, Vietnam, República Popular Democrática de Corea) y en Cuba.

El carácter socialista de la URSS se basa en lo siguiente: la abolición de las relaciones capitalistas de producción, la existencia de propiedad socialista a la que (a pesar de varias contradicciones) se somete la propiedad cooperativa, la planificación central, el poder obrero y los logros sin precedentes en beneficio de todo el pueblo trabajador.

Esto no puede negarse por el hecho de que, después de cierto período, el Partido perdió gradualmente sus características revolucionarias y, como resultado, las fuerzas contrarrevolucionarias fueron capaces de dominar el Partido y el gobierno en los 80.

Caracterizamos los acontecimientos de 1989-1991 como una victoria de la contrarrevolución, como un derrocamiento de la construcción socialista, como una regresión social. No es accidental que tales acontecimientos fueran apoyados por la reacción internacional, ya que la construcción socialista, especialmente durante el período de abolición de las relaciones capitalistas y la fundación del socialismo hasta la Segunda Guerra Mundial, atacó las bases ideológicas y políticas del imperialismo internacional. Rechazamos el término “colapso” porque subestima la amplitud de la actividad contrarrevolucionaria, la base social sobre la que ésta se puede desarrollar y ser predominante debido a las debilidades y desviaciones del factor subjetivo durante la construcción socialista.

La victoria de la contrarrevolución en 1989-1991 no demuestra que no hubiera un nivel mínimo de desarrollo de las condiciones materiales necesarias para iniciar la construcción socialista en Rusia.

Marx señaló que la Humanidad no se fija más que en los problemas que puede resolver, ya que el problema mismo surge únicamente cuando las condiciones materiales para su solución ya han aparecido. Desde el momento en que la clase obrera, la principal fuerza productiva, lucha por cumplir su misión histórica, más aún con el comienzo de la revolución, las fuerzas productivas se desarrollan al nivel de conflicto con las relaciones de producción, con el modo capitalista de producción; en otras palabras, existen las condiciones materiales para el socialismo, sobre las que se crean las condiciones revolucionarias.

Lenin y los bolcheviques consideraban que los problemas de relativo atraso en el desarrollo de las fuerzas productivas (“nivel cultural”) no los resolvería ningún poder intermedio entre los poderes burgués y proletario, sino la dictadura del proletariado10.

En base a los datos estadísticos de ese período, las relaciones capitalistas de producción y la fase monopolista de su desarrollo eran predominantes en Rusia. Sobre esta base material fue sobre la que se apoyó el poder revolucionario para la socialización de los medios concentrados de producción11. La clase obrera rusa, especialmente su segmento industrial, fundó los soviets como núcleos organizativos para la actividad revolucionaria, bajo la guía del Partido Comunista (Bolchevique), en la lucha por tomar el poder estatal. El Partido Bolchevique, bajo la dirección de Lenin, estaba preparado teóricamente para la revolución socialista: análisis de la sociedad rusa, teoría del eslabón débil de la cadena imperialista, análisis de la situación revolucionaria y teoría de la dictadura del proletariado. Mostró una capacidad característica para ajustar su estrategia con las correspondientes – en cada fase del desarrollo de la lucha de clases – tácticas: alianzas, consignas, maniobras, etc.

Sin embargo, el socialismo se enfrentaba a otras dificultades específicas, dado el hecho de que la construcción socialista comenzó en un país con un menor nivel de desarrollo de las fuerzas productivas (medio-débil, como V. I. Lenin lo definía) en comparación con los países capitalistas avanzados12 y un alto grado de distribución desigual del desarrollo debido a la amplia pervivencia de relaciones precapitalistas, especialmente en las ex-colonias asiáticas del imperio zarista. La construcción socialista comenzó tras la enorme destrucción bélica de la Primera Guerra Mundial y en medio de la guerra civil. Posteriormente se enfrentó a la inmensa destrucción de la Segunda Guerra Mundial, mientras las potencias capitalistas, como EEUU, nunca experimentaron una guerra dentro de sus fronteras. En contraste, utilizaron la guerra para superar la gran crisis económica de los años 30.

El gigantesco desarrollo económico y social que se logró en tales condiciones demuestra la superioridad de las relaciones comunistas de producción. Los acontecimientos no confirman las afirmaciones de varias corrientes oportunistas y pequeñoburguesas. Los análisis socialdemócratas relativos a la inmadurez de la revolución socialista en Rusia no se han confirmado, como tampoco las posiciones trotskistas que afirman que era imposible construir el socialismo en la URSS. El análisis de que la sociedad que surgió tras la Revolución de Octubre no era de carácter socialista o que rápidamente degeneró tras los primeros años de su existencia, y por tanto era inevitable una interrupción de los 70 años de historia de la URSS, es subjetivo y no se apoya en los hechos.

Rechazamos las teorías que afirman que estas sociedades eran algún tipo de “nuevo sistema explotador” o una forma de “capitalismo de estado”, tal como afirman varias corrientes oportunistas.

Es más, los acontecimientos no dan validez a la posición global de la corriente “maoísta” relativa a la construcción socialista en la URSS, a la caracterización de la URSS como socialimperialista, al acercamiento de China a los EEUU, así como a las inconsistencias en asuntos de construcción socialista en China (por ejemplo, el reconocimiento de la burguesía nacional como aliado en la construcción socialista, etc.).

Nuestro propio análisis crítico tiene como parte integrante la defensa de la construcción del socialismo en la URSS y otros países.

10. La contrarrevolución en la URSS no fue resultado de una intervención militar imperialista, sino más bien un proceso interno y desde arriba, resultado de la mutación oportunista del PCUS y la consiguiente dirección política del poder soviético. Priorizamos los factores internos, las condiciones socioeconómicas que reproducen el oportunismo sobre la base de la construcción socialista, por supuesto sin desestimar el efecto a largo plazo y la interferencia multifacética del imperialismo en el desarrollo del oportunismo y su evolución en fuerza contrarrevolucionaria.

En base a la teoría del comunismo científico, hemos formulado un estudio en las siguientes líneas:

  • La economía, esto es, el desarrollo de las relaciones de producción y distribución en el socialismo, como base para la aparición y resolución de las contradicciones y las diferencias sociales.
  • El funcionamiento de la dictadura del proletariado y el papel del Partido Comunista en la construcción socialista.
  • La estrategia y los acontecimientos en el movimiento comunista internacional.

11. El curso de la construcción de una nueva sociedad en la Unión Soviética estuvo determinado por la capacidad del Partido Comunista Bolchevique para cumplir su papel revolucionario, su papel de guía. En primer lugar, su capacidad para procesar y formular a cada paso la necesaria estrategia revolucionaria, para confrontar con el oportunismo y dar una respuesta decidida a las nuevas demandas y desafíos que surgían en el desarrollo del socialismo-comunismo.

Hasta la Segunda Guerra Mundial se fueron creando las bases para la nueva sociedad. Se estaba llevando a cabo con éxito la lucha de clases que llevaría a la abolición de las relaciones capitalistas y a la supremacía del sector socializado de la producción, sobre la base de la planificación central. Se lograron resultados impresionantes en cuanto al crecimiento y la prosperidad social.

Tras la Segunda Guerra Mundial y la reconstrucción posbélica, la construcción socialista entró en una nueva fase. El Partido se enfrentó a nuevas exigencias y desafíos relativos al desarrollo del socialismo-comunismo. El XX Congreso del PCUS (1956) es un punto de inflexión, puesto que en ese congreso se adoptaron una serie de posiciones oportunistas sobre temas económicos, sobre la estrategia del movimiento comunista y las relaciones internacionales. La correlación de fuerzas en la lucha que existió durante todo el período anterior se vio alterada, consolidándose un giro a favor de las posiciones revisionistas y oportunistas, con el resultado de que el Partido, gradualmente, comenzó a perder sus características revolucionarias. En la década de los 80, con la perestroika, el oportunismo se desarrolló completamente como fuerza traidora y contrarrevolucionaria. Las fuerzas comunistas coherentes que reaccionaron en la fase final de la traición, en el XXVIII Congreso del PCUS, no lograron denunciar adecuadamente esas posiciones ni organizar la reacción revolucionaria de la clase obrera.

Análisis de la economía durante el curso de la construcción socialista en la URSS

12. En lo relativo a la economía, con la formulación del primer Plan de Planificación Central, se situaron en el centro del debate teórico y la lucha política los siguientes asuntos. ¿Es la producción socialista producción de mercancías? ¿Cuál es el papel de la ley del valor, de las relaciones mercancía-dinero, en la construcción socialista?

Consideramos incorrecto el análisis teórico que dice que la ley del valor es una ley de desarrollo del modo comunista de producción en su primera fase (socialista). Este enfoque se hizo dominante en la década de los 50 en la URSS y en la mayoría de los PPCC. Esta posición se fortaleció debido al mantenimiento de las relaciones mercancía-dinero durante el tránsito planificado de la producción individual a la producción cooperativa. Esta base material acentuó las deficiencias teóricas y las debilidades políticas en la formulación y aplicación de la planificación central. Durante las décadas posteriores, las políticas oportunistas debilitaron aún más la Planificación Central, erosionaron la propiedad social y fortalecieron a las fuerzas contrarrevolucionarias.

13. El primer período de la construcción socialista hasta la II Guerra Mundial se enfrentó al problema básico y principal de la abolición de la propiedad capitalista y de la gestión planificada de los problemas sociales y económicos que se habían heredado del capitalismo y se exacerbaron por el cerco y la intervención imperialista. Fue durante este período cuando el poder soviético redujo drásticamente la profunda desigualdad que la revolución había heredado del imperio zarista.

Entre 1917-1940, el poder soviético logró principalmente éxitos. Llevó a cabo la electrificación e industrialización de la producción, la expansión de los medios de transporte y la mecanización de una gran parte de la producción agrícola. Se inició la producción planificada y se alcanzaron niveles impresionantes en el desarrollo de la producción industrial socialista. Se desarrollaron con éxito las capacidades productivas domésticas en todas las ramas industriales. Se crearon las cooperativas de producción (koljós) y las granjas estatales (sovjós), y así se estableció la base para la expansión y predominio de las relaciones comunistas en la producción agrícola. Se llevó a cabo la “revolución cultural”. Comenzó la formación de una nueva generación de especialistas y científicos comunistas. El logro más importante fue la completa abolición de las relaciones capitalistas de producción, con la abolición de la venta de la fuerza de trabajo, poniéndose así la base para la nueva formación socioeconómica.

14. La aplicación de algunas “medidas transicionales”, en la perspectiva de una completa abolición de las relaciones capitalistas, era inevitable en un país como la Rusia de los años 1917-1921.

Los factores que forzaron al Partido Comunista Bolchevique a aplicar una política temporal de preservación, hasta cierto punto, de las relaciones de producción capitalistas fueron los siguientes: la composición de clase, donde el elemento agrario pequeñoburgués era mayoritario, la falta de mecanismos de distribución, suministro y monitorización, el apoyo a la pequeña producción y, principalmente, el dramático empeoramiento de las condiciones de sustento y vida derivadas de la destrucción causada por la guerra civil y la intervención imperialista. Todos estos factores dificultaron el desarrollo a medio plazo de la planificación central en ese punto.

La Nueva Política Económica (NEP), que se aplicó tras la guerra civil, fue una política de concesiones temporales al capitalismo. Tenía el objetivo básico de reconstruir la industria tras los estragos de la guerra y, sobre esta base, construir unas relaciones en el ámbito de la producción agrícola que pudieran “atraer” a los campesinos a las cooperativas. Una serie de empresas fueron entregadas a los capitalistas para su utilización (sin que tuvieran ningún derecho de propiedad sobre esas empresas), se desarrolló el comercio, el intercambio entre producción agrícola y la industria socializada se reguló en base al concepto del “impuesto en especie”. Se dio la posibilidad de los campesinos de poner en el mercado los remanentes de la producción agrícola.

Las maniobras y concesiones temporales a las relaciones capitalistas que se exigen en determinadas circunstancias y condiciones especiales no son de ninguna manera una característica inevitable del proceso de construcción socialista. Es atrevido y engañoso utilizar la NEP, tal y como hizo la dirección del PCUS durante la perestroika en los años 80, para justificar la vuelta a la propiedad privada y a las relaciones capitalistas.

15. La nueva fase de desarrollo de las fuerzas productivas a finales de la década de los 20 permitió la sustitución de la NEP por la política del “ataque socialista contra el capitalismo”, que tenía como objetivo principal la completa abolición de las relaciones capitalistas. Se retiraron las concesiones a los capitalistas y se desarrolló la política de la colectivización, es decir, la completa organización cooperativa de la economía agrícola, principalmente en su forma desarrollada, el koljós13. Al mismo tiempo, se desarrollaron (aunque de forma limitada) los sovjoses, las unidades estatales-socialistas de producción agrícola que se basaban en la mecanización de la producción y cuya producción total era de propiedad social.

El primer plan quinquenal comenzó en 1928, 7 años después de la victoria de la Revolución (la guerra civil terminó en 1921). El poder soviético experimentó dificultades desde el principio a la hora de formular un plan central para la economía socialista, principalmente debido a las todavía existentes relaciones capitalistas (NEP) y a un número excepcionalmente grande de productores individuales de mercancías, principalmente campesinos. Las debilidades también eran evidentes en el factor subjetivo, el Partido, y por ello fue necesario desde un determinado momento depender casi exclusivamente de los especialistas burgueses.

Las condiciones específicas (cerco imperialista, amenaza de guerra en combinación con un gran atraso) forzaron la promoción de la colectivización a niveles acelerados, lo que agudizó la lucha de clases, especialmente en las áreas rurales. Por supuesto hubo errores y algunos excesos burocráticos. A pesar de los errores y ciertas exageraciones burocráticas en el desarrollo del proceso de colectivización en la producción agrícola, que fueron señalados por el propio Partido en sus decisiones de ese período14. Sin embargo, la orientación del poder soviético hacia el reforzamiento y la generalización de este proceso iba en la dirección correcta. Tenía el objetivo de desarrollar una forma transicional de propiedad (cooperativa) que contribuiría a la transformación de la pequeña producción individual de mercancías en producción social directa.

16. La política del “ataque socialista contra el capitalismo” se llevó a cabo en condiciones de intensa lucha de clases. Los kulaks (la clase burguesa rural), las capas sociales beneficiadas por la NEP (hombres de la NEP) y los sectores de la intelligentsia que procedían de las antiguas clases explotadoras reaccionaron en múltiples formas, con acciones de sabotaje contra la industria (p.ej. El asunto “Shakty”15) y acciones contrarrevolucionarias en los pueblos. Estos intereses de clase antisocialistas, se reflejaron en el PC, donde se desarrollaron corrientes oportunistas.

Las dos tendencias básicas de la “oposición” (Trotsky – Bujarin) que operaron durante ese período tenían como base común la absolutización del elemento de atraso en la sociedad soviética. Durante la década de los 30 sus análisis convergieron en la tesis de que la superación de las relaciones capitalistas en la URSS era prematura. Sus posiciones fueron rechazadas por el Partido Comunista de los Bolcheviques de la Unión y no fueron confirmadas por la realidad.

Mientras tanto, varias fuerzas oportunistas se unieron a fuerzas abiertamente contrarrevolucionarias que estaban organizando planes para derrocar al poder soviético en colaboración con los servicios secretos de países imperialistas.

Las condiciones imperantes dictaron la confrontación directa y decidida de estos centros con los juicios de 1936 y 1937, juicios que revelaron conspiraciones con elementos del ejército (el caso Tukhachevsky, que fue rehabilitado tras el XX Congreso), así como con los servicios secretos de países extranjeros, especialmente de Alemania.

El hecho de que algunos cuadros dirigentes del Partido y del poder soviético encabezaran corrientes oportunistas indica que, incluso en un cuadro de vanguardia, es posible la desviación, la debilidad a la hora de enfrentarse a la intensidad de la lucha de clases y, finalmente, la ruptura de sus lazos con el movimiento comunista y el alineamiento con la contrarrevolución.

17. Tras la Segunda Guerra Mundial, el debate sobre las leyes de la economía socialista, debate que se había aplazado debido a la guerra, se volvió a intensificar. Se produjo un enfrentamiento sobre problemas específicos16 entre dos corrientes teóricas y políticas básicas, los “mercantiles” y los “antimercantiles” (tovarniki y anti-tovarniki), confrontación que implicó a cuadros del Partido y economistas.

I.V. Stalin, como Secretario General del CC del Partido, estuvo en primera línea de la discusión organizada en el seno del partido y apoyó la dirección antimercantil. Contribuyó a la formulación de las directrices políticas en esa dirección, por ejemplo la fusión de los koljoses y la disolución de las “empresas auxiliares” en los koljoses (que producían materiales de construcción). Se enfrentó a la corriente que presionaba para fortalecer las relaciones mercancía-dinero17 y rechazaba las propuestas de entrega de medios de producción mecanizada a los koljoses. Reconoció que la producción socialista no es producción de mercancías y, así, la ley del valor no puede reconciliarse con sus leyes fundamentales. Subrayó el papel de la Planificación Central en la economía socialista. Argumentó que los medios de producción no son mercancía, a pesar del hecho de que parecen mercancía “en la forma, pero no en el contenido”. Se convierten en mercancía sólo en el comercio exterior18. También reconoció que la operatividad de la ley del valor (de las relaciones mercancía-dinero) en la URSS tenía sus raíces en la producción agrícola cooperativa e individual, que la ley del valor no regula la producción y la distribución socialistas.

La discusión se mantuvo también contra los economistas “de mercado” y los dirigentes políticos que argumentaban que la ley del valor es también en general una ley de la economía socialista. Se planteó una correcta crítica a aquellos economistas que apoyaban la completa abolición de la distribución bajo forma monetaria sin tener en cuenta las limitaciones objetivas que todavía existían en la base productiva de la sociedad del momento.

Un punto débil de este enfoque era la tesis de que los medios de consumo se producen y distribuyen como mercancía19. Esta tesis era correcta sólo en lo concerniente a los productos de producción socialista que se destinaban al comercio exterior, así como al intercambio de productos entre la industria socialista y la producción cooperativa e individual. Era incorrecta en lo concerniente a los restantes medios de consumo de la producción socialista, los cuales no son mercancía, a pesar de que no se distribuyan libremente.

Este enfoque estimaba correctamente que, en la URSS, la propiedad cooperativa (koljós) y la circulación de productos de consumo individual bajo la forma de mercancías habían comenzado a funcionar como freno del poderoso desarrollo de las fuerzas productivas porque bloqueaban el pleno desarrollo de la Planificación Central en todo el espectro de la producción y distribución. Esbozaba las diferencias entre las dos clases que cooperaban, la clase obrera y la clase agraria koljosiana, pero también la necesidad de abolirlas mediante la abolición planificada de la mercantilización de la producción agrícola y la transformación de los koljoses en propiedad social20. A comienzos de los años 50, la dirección soviética estimó correctamente que los problemas a nivel económico eran expresión de la agudización de la contradicción entre las fuerzas productivas que se estaban desarrollando y las relaciones de producción que se estaban dejando atrás. El desarrollo de las fuerzas productivas había alcanzado un nuevo nivel tras la reconstrucción de la economía en la posguerra. Un nuevo impulso dinámico para un mayor desarrollo de las fuerzas productivas exigía la profundización y ampliación de las relaciones socialistas (comunistas inmaduras). El retraso en esto último afectaba a: la Planificación Central, la profundización en el carácter comunista de las relaciones de distribución, una participación obrera más enérgica y consciente en la organización del trabajo y en el control de su administración de abajo a arriba, la erradicación de toda forma de producción individual de mercancías y la subordinación de las cooperativas más desarrolladas a la producción social directa.

Había madurado la necesidad de que se ampliaran las relaciones comunistas, de manera consciente, bien planificada, es decir, preparada teórica y políticamente. También había madurado la necesidad de ganar supremacía en aquellos terrenos de la producción social en los que, en el período anterior, el pleno dominio de las relaciones comunistas no era todavía posible (desde el punto de vista de su madurez material, la productividad del trabajo).

La madurez de la ampliación de las relaciones comunistas en la producción agrícola se refiere fundamentalmente a la capacidad de la industria de proveer la correspondiente maquinaria, la capacidad de la Planificación Central para realizar tareas de mejora de la productividad agrícola, la protección ante las inclemencias del tiempo, etc. A pesar del hecho de que a comienzos de los años 50 todavía existían desigualdades en la URSS, se habían creado importantes condiciones previas de mecanización e infraestructuras que permitieron avanzar en tal dirección. El Informe de Progresos del CC al PC(b) en el XIX Congreso menciona una serie de datos que prueban la conclusión anterior – la existencia de 8.939 Estaciones de Tractores, el incremento de la potencia de arrastre de los tractores en un 59% en relación al nivel de la preguerra, la aplicación de la irrigación y los proyectos de reclamación de tierras durante la reconstrucción posbélica, los avances en la fusión de koljoses durante el período 1950-1952 (97.000 koljoses en 1952 frente a los 254.000 de 1950), etc21.

No obstante, todavía quedaban pequeños koljoses22 que tenían que fusionarse para crear otros más grandes en la dirección de la socialización de la producción agrícola, tal como apoyaba la dirección del Partido Comunista (Bolchevique). El objetivo era sacar los excedentes de la producción de los koljoses de la distribución mercantil y su tránsito al sistema de intercambio entre la industria estatal y los koljoses. Se inició también un debate sobre las posibilidades de crear un órgano económico unificado que avanzase hacia un “sector productivo global” que tuviera la responsabilidad de asignar toda la producción de productos de consumo.

La dirección del partido y del Estado adoptó una posición clara en el debate referente al tema de las proporciones necesarias entre la Sección I de la producción social (producción de medios de producción) y la Sección II (producción de bienes de consumo). Defendió correctamente la prioridad esencial de la Sección I en la distribución proporcional planificada del trabajo y la producción entre las diferentes ramas de la industria socialista. La reproducción ampliada y la acumulación socialista (riqueza social), necesarias para la futura ampliación de la prosperidad social, dependen de esta categoría de la producción (Sección I).

Las posiciones y directrices correctas de Stalin y los economistas y cuadros “anti-mercantiles” del PC no lograron conducir a la elaboración de un amplio plan teórico y una correspondiente línea política, capaz de confrontar con las posiciones teóricas y las decisiones políticas orientadas al mercado que se estaban fortaleciendo. Contribuyeron a esto las fuertes presiones sociales, así como las discrepancias, deficiencias y fluctuaciones que existían en el seno de la corriente “anti-mercantil”.

18. La resistencia social (de los campesinos koljosianos, ejecutivos de la producción agrícola y la industria) a la necesidad de una ampliación y profundización de las relaciones socialistas de producción se expresó, a nivel político e ideológico, en la lucha interna del partido a comienzos de los años 50. El duro debate que terminó con la aceptación teórica de la ley del valor como ley del socialismo llevó a decisiones políticas con consecuencias inmediatas y poderosas en el rumbo del desarrollo socialista, en comparación con el período de preguerra, cuando el atraso material había hecho que el efecto de estas posiciones teóricas fuera menos dañino.

Estas fuerzas se expresaron políticamente a través de las posiciones adoptadas en las decisiones del XX Congreso del PCUS, congreso que demostró ser el de la supremacía de la desviación derechista oportunista. Se fueron adoptando decisiones políticas que ampliaban las relaciones mercancía-dinero (potencialmente capitalistas) en nombre de la corrección de las debilidades de la Planificación Central y de la administración de las unidades productivas socialistas.

Para solucionar los problemas que surgieron en la economía se utilizaron medios y vías que pertenecían al pasado. Con la promoción de las políticas “de mercado”, en lugar del reforzamiento de la propiedad social y la Planificación Central, de la homogeneización de la clase obrera (con la ampliación de las capacidades para la multiespecialización, la alternancia en la división técnica del trabajo), de la participación obrera en la organización del trabajo, el control obrero de abajo arriba, se comenzó a fortalecer la tendencia contraria. En tales circunstancias, el nivel de conciencia social comenzó a retroceder gradualmente. Se perdió la experiencia previa y la efectividad de la industria soviética y del movimiento stajanovista en el control de calidad, en la más efectiva organización y administración, en las intervenciones para la conservación del material y el tiempo de trabajo.

Los economistas “de mercado” (Lieberman, Nemtsinov, Trapeznikov, etc.) interpretaron erróneamente los problemas existentes en la economía, no como debilidades subjetivas en la planificación23, sino como consecuencias derivadas de la debilidad objetiva de la Planificación Central para responder al desarrollo del volumen de producción, a la variedad de sectores y a la variedad de productos necesarios para satisfacer las nuevas necesidades sociales.

Afirmaban que la causa teórica era la negación voluntarista del carácter mercantil de la producción en el socialismo, la subestimación del desarrollo de la agricultura y la sobreestimación de la posibilidad de intervención subjetiva en la administración económica.

Mantenían que no era posible que los organismos centrales determinasen la calidad, la tecnología y los precios de todas las mercancías y el nivel de los salarios, y que el uso de mecanismos de mercado era necesario para facilitar los objetivos de una economía planificada.

De esta manera prevalecieron, a nivel teórico, las teorías de la “producción mercantil socialista” o del “socialismo con mercado” y la aceptación de la ley del valor como ley del modo de producción socialista (comunista inmaduro), que opera incluso en la fase de desarrollo socialista. Estas teorías fueron la base para la formulación de las políticas económicas24.

19. La política de debilitamiento de la Planificación Central y la propiedad social se aceleró tras el XX Congreso. En 1957, los ministerios de rama que dirigían la producción industrial en la URSS y en cada república fueron disueltos y se crearon los Órganos de Administración Regional “Sovnarkhoz” (Consejos Económicos Regionales). De esta forma se debilitaba la dirección central de la planificación25. En lugar de planificar la transformación de los koljoses en sovjoses y, especialmente, en lugar de iniciar la transferencia planificada de toda la producción de los koljoses al control estatal, en 1958 los tractores y otra maquinaria26 pasaron a ser propiedad de los koljoses27, política que había sido rechazada en el pasado. Estos cambios no sólo no resolvieron los problemas sino que, al contrario, hicieron aparecer otros problemas o crearon otros nuevos tales como la escasez de piensos y un retraso en la renovación técnica de los koljoses.

A mediados de los 60, los errores de naturaleza subjetiva en la administración del sector agrícola de la economía fueron señalados como la causa de los problemas28. Las posteriores reformas incluyeron: la reducción de las cuotas entregadas al Estado por los koljoses29, la posibilidad de vender los excedentes a precios más altos, el levantamiento de las restricciones a las transacciones de las familias koljosianas y la supresión del impuesto sobre la propiedad privada de animales. Se suprimieron las deudas de los koljoses al Banco Estatal, se ampliaron los términos para saldar las deudas por los adelantos de dinero, se permitió la venta de piensos directamente a los propietarios privados de animales. Así se mantuvo y amplió la parte de la producción agrícola que procedía de familias rurales individuales y de los koljoses, y que se vendía libremente en el mercado30, mientras se profundizaba en el retraso de la producción ganadera y se incrementaba la desigualdad en la satisfacción de las necesidades de productos agrícolas entre las diferentes regiones y Repúblicas de la URSS.

Se aplicó una política similar de reforzamiento del carácter de mercancía (a expensas del carácter directamente social) de la producción industrial, conocida como las “reformas Kosygin”31 (el sistema de “responsabilidad económica” - “khozrachet” - de las empresas, de naturaleza sustantiva y no formal). Se argumentaba que esto combatiría la reducción de la tasa anual de crecimiento de la productividad laboral y de la producción anual que se observaron en los primeros años de la década de los 60, como resultado de las medidas que socavaron la Planificación Central en la dirección de los sectores industriales (Sovnarkhoz-1957).

La primera ola de reformas se lanzó en el intervalo entre el XXIII (1966) y el XXIV (1971) Congresos. Según el Nuevo Sistema, las remuneraciones adicionales (primas) a los directores serían calculadas no sobre la base del sobrecumplimiento del plan de producción en términos de volumen de producción32, sino sobre la base del sobrecumplimiento del plan de ventas y dependerían de la tasa de beneficio de la empresa. Una parte de la remuneración adicional de los trabajadores también procedería del beneficio, igual que la mayor satisfacción de las necesidades de vivienda, etc. De esta forma, se adoptó el beneficio como incentivo para la producción. Se incrementaron las diferencias salariales. Se dio la posibilidad de transacciones horizontales de mercancías y dinero entre empresas, de acuerdos directos con “unidades de consumidores y organizaciones comerciales”, de fijación de precios, de obtención de beneficios sobre la base de estas transacciones, etc. El Plan Central determinaría el nivel total de producción e inversión sólo para las nuevas empresas. La modernización de las empresas antiguas se financiaría con los beneficios de las empresas.

Estas reformas afectaban a todo el sector de la denominada “propiedad de todo el pueblo”, es decir, afectaban a la propia operativa de los sovjoses (granjas estatales). A partir de una decisión del CC del PCUS y del Consejo de Ministros de la URSS (de 13 de abril de 1967), los sovjoses comenzaron a pasar al régimen de plena responsabilidad económica. En 1975, todos los sovjoses operaban “bajo la plena responsabilidad económica”33.

Este desliz teórico y el correspondiente paso atrás político en la URSS tuvo lugar durante una nueva fase, cuando el mayor nivel de desarrollo de las fuerzas productivas necesitaba un correspondiente desarrollo de la Planificación Central. En otras palabras, había madurado la necesidad de una profundización en las relaciones socialistas.

Las reformas del mercado que se eligieron no eran las únicas posibles. La confrontación de los problemas económicos requería la elaboración de incentivos e índices de la Planificación Central más efectivos, así como su aplicación a nivel sectorial, intersectorial y de empresa. Al mismo tiempo se rechazaron propuestas y planes para la utilización de computadoras y tecnologías de la información34 que habrían contribuido a la mejora en el procesamiento técnico de los datos con el fin de mejorar la observación y el control de la producción de valores de uso por medio de indicadores cuantitativos y cualitativos.

Con las reformas del mercado, con el distanciamiento de la unidad de producción socialista de la Planificación Central, el carácter socialista de la propiedad de los medios de producción se debilitó. Se creó la posibilidad de violar el principio de distribución “según el trabajo”.

El XXIV Congreso del PCUS (1971), con sus directrices sobre la formulación del 9º Plan Quinquenal (1971-1975), invirtió la prioridad proporcional de la Sección 1 sobre la Sección 2. La inversión se había propuesto en el XX Congreso, pero no se había aceptado. La modificación se justificó como una decisión que reforzaría el nivel de consumo popular. En realidad, se trataba de una decisión que violaba la ley socialista y suponía efectos negativos para el crecimiento de la productividad del trabajo. El desarrollo de la productividad del trabajo – un elemento fundamental para el incremento de la riqueza social, la satisfacción de las necesidades y el desarrollo total del hombre – presupone el desarrollo de los medios de producción. La planificación debería haber tratado con más eficacia la siguiente necesidad: la introducción de la tecnología moderna en la industria, en los servicios de transporte, en el almacenamiento y la distribución de los productos.

Esta decisión de invertir las proporciones no sólo no ayudó a gestionar las contradicciones que se habían expresado (p.ej: el exceso de ingreso en forma de dinero y la falta de una cantidad adecuada de bienes de consumo, tales como electrodomésticos y televisiones en color), sino que alejó a la Planificación Central de su objetivo básico de incrementar la prosperidad social. Además agravó la contradicción entre el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y el nivel de las relaciones comunistas de producción y distribución.

En los 80, a nivel político, las decisiones del XXVII Congreso (1986) supusieron otra opción oportunista. Posteriormente, la contrarrevolución fue promovida con la aprobación de la ley (1987) que legitimaba institucionalmente las relaciones económicas capitalistas bajo el disfraz de la aceptación de diversas formas de propiedad.

A comienzos de los 90, la propuesta socialdemócrata de la “economía de mercado planificada” (programa del CC del PCUS en el XXVIII Congreso) fue rápidamente abandonada en beneficio de la posición de la “economía de mercado regulada”, la cual fue luego sustituida por la “economía de libre mercado”.

20. La dirección que se hizo predominante puede analizarse hoy no sólo teóricamente, sino también por medio de sus resultados. Dos décadas después de la aplicación de esas reformas, los problemas se habían agudizado claramente. El estancamiento apareció por primera vez en la historia de la construcción socialista. El retraso tecnológico siguió siendo una realidad en la mayoría de las industrias. Empezaron a escasear muchos productos de consumo, y surgieron problemas adicionales en el mercado, puesto que las empresas provocaban subidas artificiales de precios, acumulando las mercancías en almacenes o suministrándolas en cantidades controladas.

Un índice importante que refleja el retroceso de la economía soviética en los años 70 fue la pérdida de peso de la URSS en la producción mundial de materias primas industriales y de manufacturas.

La cada vez mayor interacción de elementos de mercado en la producción social directa del socialismo la debilitó. Condujo a un descenso en las dinámicas de desarrollo socialista. Fortaleció los intereses a corto plazo individuales y grupales (con un incremento en las diferencias salariales entre trabajadores en cada empresa, entre los trabajadores y el mecanismo de gestión, entre diferentes empresas) frente a los intereses globales de la sociedad. Con el paso del tiempo, se crearon las condiciones sociales para el surgimiento de la contrarrevolución y su victoria final con la perestroika como vehículo.

Con estas reformas, se creó la posibilidad de que, cantidades de dinero que se habían acumulado inicialmente por medios ilegales (contrabando, etc.) fueran invertidas en el mercado negro (ilegal). Estas oportunidades fueron principalmente para funcionarios de las capas gestoras de las empresas y los sectores de la producción y los cuadros del comercio exterior. La Fiscalía General de la URSS disponía de datos relativos a la denominada “paraeconomía” (economía paralela). Según estas estadísticas, una parte importante de la producción cooperativa o estatal agrícola se canalizaba hacia los consumidores por vías ilegales.

Se ampliaron las diferencias de ingresos entre los productores agrícolas individuales, los koljosniks, así como la oposición a la tendencia al fortalecimiento del carácter social de la producción agrícola. Una parte de los campesinos y de los cuadros gestores de los koljoses, que se estaban enriqueciendo, se vio fortalecida como capa social que dificultaba la construcción socialista. Las diferencias sociales en la industria fueron aún más intensas con la concentración de los “beneficios empresariales”. El denominado “capital sombra”, resultado no sólo de los beneficios empresariales sino también del mercado negro, de actos criminales de malversación del producto social, buscaba funcionar legalmente como capital en la producción, es decir, la privatización de los medios de producción y el restablecimiento del capitalismo. Los propietarios de este capital formaron la fuerza social impulsora de la contrarrevolución. Utilizaron su posición en los organismos estatales y del partido y el apoyo de sectores de la población dubitativos que eran vulnerables a la influencia de la ideología burguesa (p.ej: una parte de la intelectualidad, sectores de la juventud, especialmente estudiantes, quienes, por diferentes razones, estaban insatisfechos35). Estas fuerzas, directa o indirectamente, influenciaron al Partido, fortaleciendo su erosión oportunista y su degeneración contrarrevolucionaria, que se expresó con políticas como la “perestroika” que buscaban la consolidación institucional de las relaciones capitalistas. Esto se logró tras la perestroika, con el derrocamiento del socialismo.

Conclusiones sobre el papel del Partido Comunista en el proceso de construcción socialista.

21. El papel indispensable del Partido en el proceso de construcción socialista se expresa en su dirección del poder estatal de la clase obrera, en la movilización de las masas para participar en este proceso.

La clase obrera se constituye en fuerza dirigente de este nuevo poder estatal, principalmente y de forma fundamental a través de su Partido.

La lucha por la creación y el desarrollo de la nueva sociedad es llevada a cabo por el poder obrero revolucionario con el Partido Comunista como su núcleo dirigente, el cual utiliza las leyes motrices de la sociedad socialista-comunista. El ser humano, al convertirse en dueño de los procesos sociales, pasa gradualmente del reino de la necesidad al reino de la libertad. De ahí surge el papel superior del factor subjetivo en relación a todas las formaciones socioeconómicas precedentes, donde la actividad humana estaba dominada por la aplicación espontánea de las leyes sociales basadas en el desarrollo espontáneo de las relaciones de producción.

En consecuencia, la naturaleza científica y de clase de las políticas del Partido Comunista es una condición previa fundamental para la construcción socialista. Si estas características se pierden, se instala el oportunismo, el cual, si no es atajado a tiempo, deviene en fuerza contrarrevolucionaria.

La tarea de desarrollar las relaciones comunistas de producción exige el desarrollo de la teoría del comunismo científico por medio de la utilización por el PC del estudio científico para los objetivos clasistas, del estudio de las leyes motrices de la formación socioeconómica comunista. La experiencia ha demostrado que los partidos gobernantes, en la URSS y en otros países socialistas, no cumplieron esta tarea con éxito.

La conciencia de clase de toda la clase obrera no se desarrolla espontáneamente o de forma uniforme. La elevación de la conciencia comunista de las masas de la clase obrera se determina sobre todo por el fortalecimiento de las relaciones comunistas de producción y por el grado de participación de la clase obrera en la dirección del PC, que es el principal vehículo para la difusión de la conciencia revolucionaria entre las masas. Junto con esta base material debe implantarse también el trabajo ideológico, el impacto del partido revolucionario que consolida su papel dirigente en la medida que moviliza a la clase obrera a construir el socialismo.

La conciencia de la vanguardia siempre debe ir por delante de la conciencia formada a escala de masas entre la clase obrera por las relaciones económicas. De ahí surge la necesidad para el Partido de tener un alto nivel teórico e ideológico, de no titubear en la lucha contra el oportunismo, no sólo en las condiciones del capitalismo, sino aún más en las condiciones de la construcción socialista.

22. El giro oportunista que predominó desde los años 50, tras la II Guerra Mundial, la pérdida gradual del papel revolucionario del Partido, confirman que el peligro de gestación de desviaciones en la sociedad socialista nunca desaparece. Más allá del cerco imperialista y su innegable impacto negativo, la base social del oportunismo persiste mientras persistan formas de propiedad privada y grupal, mientras persistan las relaciones mercancía-dinero y las diferencias sociales. La base material del oportunismo seguirá existiendo durante toda la duración de la construcción socialista y mientras el capitalismo, especialmente los Estados capitalistas poderosos, existan sobre la faz de la Tierra.

La nueva fase abierta tras la Segunda Guerra Mundial encontró al Partido debilitado en términos ideológicos y de clase, con masivas pérdidas de cuadros experimentados y curtidos en la lucha de clases, con debilidades teóricas para responder a nuevos problemas que iban agudizándose. Era vulnerable a la lucha interna que reflejaba las existentes diferencias sociales. En estas condiciones, la balanza se inclinó a favor de la adopción de posiciones oportunistas y revisionistas que habían sido derrotadas en las fases previas de la lucha interna.

La adopción de posiciones revisionistas y oportunistas por la dirección del PCUS y otros partidos comunistas acabó por transformar a estos partidos en vehículos que condujeron a la contrarrevolución en los 80.

El XIX Congreso (1952) destacó la subestimación de éstos y otros serios problemas en el desarrollo del trabajo ideológico del Partido36. Los datos oficiales revelan cambios en el número y composición de la militancia del Partido. En el XVIII Congreso (marzo de 1939), el PC (b) tenía 1.588.852 miembros de pleno derecho y 888.814 candidatos. Durante la II Guerra Mundial, el número de miembros de pleno derecho superaba los 3.615.000 y los candidatos superaban los 5.319.00037. En la guerra el PC perdió 3 millones de miembros38. En el XIX Congreso de 1952, el PCUS sumaba 6.013.259 miembros y 868.886 candidatos39.

El giro oportunista que tuvo lugar en el XX Congreso (1956) del PCUS y la consiguiente pérdida de las características revolucionarias del Partido, partido en el gobierno que a la vez era objetivo de la agresión imperialista, hicieron que el despertar y la unión de los comunistas coherentes fuese más difícil. Tuvo lugar una lucha en las filas del PCUS antes, durante40 y después del XX Congreso. El período en que Andropov fue Secretario General del Comité Central del PCUS (noviembre de 1982 a febrero de 1984), que precedió al período de la perestroika, es demasiado breve para ser juzgado definitivamente. No obstante, en artículos y documentos del PCUS de ese período, se hacen referencias a la necesidad de intensificar la lucha contra los análisis burgueses y reformistas relativos a la construcción del socialismo, así como a la necesidad de estar vigilantes ante las actividades subversivas del imperialismo.

Las fuerzas comunistas coherentes no fueron capaces de denunciar a tiempo la naturaleza traidora y contrarrevolucionaria de la línea que prevaleció en el Pleno del CC de abril de 1985 y en el XXVII Congreso del PCUS (1986). La Historia ha demostrado que en el XXVIII Congreso (1990), en la víspera del asalto final de la contrarrevolución, coexistían en el PCUS fuerzas burguesas, oportunistas y comunistas. Las fuerzas comunistas no tuvieron la fuerza para vencer, para evitar la victoria de la contrarrevolución, aunque ofrecieron resistencia en el XXVIII Congreso y más adelante. Se agruparon en torno al “Frente Unido del Pueblo Trabajador de Rusia”, eligieron candidatos para los puestos de presidente y vicepresidente de Rusia. A través del “Movimiento por la Iniciativa Comunista” en las filas del PCUS, trataron de lograr la expulsión de Gorbachov del Partido por actividades anticomunistas41.

A pesar de tal resistencia, no se formó a tiempo una vanguardia comunista revolucionaria, con claridad política e ideológica y cohesión, capaz de liderar a la clase obrera en lo ideológico, en lo político y en lo organizativo frente a la contrarrevolución que se desarrollaba. Incluso aunque no se hubiese podido detener esa deriva, especialmente en los 80, es seguro que la resistencia, tanto en los partidos gobernantes como en el movimiento comunista internacional, hubiese asegurado que la lucha actual por la reconstrucción del movimiento internacional estaría teniendo lugar en mejores condiciones, y que habría condiciones para superar su profunda crisis.

El desarrollo y prevalencia de las posiciones ideológicas revisionistas y las políticas oportunistas, la gradual erosión oportunista del PCUS y de otros partidos comunistas gobernantes, la degeneración del carácter revolucionario del poder estatal y el pleno desarrollo y victoria de la contrarrevolución no eran inevitables.

Seguimos investigando todos los factores que contribuyeron a este desarrollo. Los siguientes factores pueden ser constatados:

A) El deterioro del nivel de la educación política marxista en la dirección de los partidos comunistas y en todo el Partido, dadas las condiciones específicas de la guerra, las grandes pérdidas de cuadros y el repentino incremento del número de miembros del partido, que entre otros resultados supuso el retraso del desarrollo de la economía política del Socialismo.

  • La relativa dependencia que tenía el poder estatal comunista en la URSS en sus comienzos de cuadros administrativos y científicos de origen burgués.
  • La herencia histórica de la URSS desde el punto de vista de la amplitud del retraso pre-capitalista y su desigual desarrollo capitalista.
  • Necesitan más investigación los cambios en la composición de clase del Partido, en su estructura y funcionamiento y su impacto en el nivel ideológico y las características revolucionarias del Partido, sus miembros y cuadros.
  • Las masivas pérdidas de la Segunda Guerra Mundial y los sacrificios en la prosperidad social que requirió la reconstrucción de posguerra, bajo las condiciones de competencia con la reconstrucción capitalista de Europa Occidental que era apoyada en gran medida por la capacidad y necesidad de EEUU de exportar capital.
  • Problemas y contradicciones en la asimilación de los países de Europa oriental y central del sistema socialista.
  • El miedo a nueva guerra, debido a las intervenciones imperialistas en Corea, etc., la Guerra Fría, el dogma Holstein sobre Alemania Occidental (el no reconocimiento de la RDA y su caracterización como “zona de ocupación soviética”).

B) La estrategia imperialista se adaptó a los diferentes períodos del poder obrero revolucionario (ataque imperialista directo en 1918 y 1941, comienzo de la “guerra fría” en 1946), incluyendo una política diferenciada de relaciones diplomáticas y transacciones comerciales con algunos estados de Europa central y oriental, así como una más directa presión ideológica y política sobre la URSS. La política intervencionista del imperialismo internacional hacia los países que construían el socialismo utilizó el papel subversivo de la socialdemocracia internacional.

La correlación de fuerzas internacional durante la Segunda Guerra Mundial favoreció el fortalecimiento del oportunismo, que finalmente prevaleció en los años 50. La multifacética presión externa desde el principio de los años 40 adoptó las siguientes formas:

  • Ocupación imperialista alemana de una parte importante de la URSS.
  • Cerco imperialista sobre la URSS por medio de su alianza forzada con los EEUU y Gran Bretaña.
  • Problemas en la línea estratégica del movimiento comunista internacional, especialmente en los partidos comunistas de EEUU y Gran Bretaña, es decir, en los PC's de las principales potencias imperialistas, que se convirtieron en aliadas cuando una parte importante de la URSS cayó bajo ocupación alemana.
  • Presión de las fuerzas pequeñoburguesas en los frentes de liberación, y de sus gobiernos en los estados que se aliaron a la URSS.

La presión externa se entremezcló con la presión interna de las fuerzas pequeñoburguesas (o incluso de cuadros de origen burgués en la economía y la administración). La producción privada (individual) de mercancías se fortaleció en la URSS con la incorporación de nuevos territorios tras la Segunda Guerra Mundial.

Todos los anteriores son factores para el desarrollo del oportunismo, condiciones bajo las cuales tuvo lugar un gran crecimiento del Partido y tuvo lugar una pérdida de cuadros y miembros de la Revolución.

Ha de estudiarse más la evolución de la composición social del Partido, de las estructuras y de los procesos internos (las razones para la postergación de la celebración de un congreso) y su influencia a nivel ideológico y sobre las características revolucionarias del Partido en su conjunto, en sus miembros y cuadros.

C) Problemas de estrategia y la ruptura del movimiento comunista internacional.

El desarrollo del Poder Soviético

23. La base teórica para el análisis del curso del poder soviético es que el poder estatal socialista es la dictadura del proletariado. Se trata de un poder estatal obrero que no se comparte, tal como ocurre en todas las formas de poder estatal. La dictadura del proletariado es el órgano de la clase obrera en la lucha de clases, que continúa por otras vías y formas.

La clase obrera, como portadora de las relaciones comunistas que se están formando, como propietaria colectiva de los medios de producción socializados, es la única clase que puede dirigir la lucha por la predominancia total de las relaciones comunistas, por la “erradicación” de las clases y la abolición del Estado. Por medio de su poder estatal revolucionario, la clase obrera, como clase dominante, lleva a cabo una alianza con otros sectores populares (p.ej., los pequeños propietarios cooperativos en la ciudad y el campo, los autónomos en el sector servicios), así como con científicos, intelectuales y técnicos cuyo origen son las capas medias-altas y que todavía no son trabajadores de la producción social directa (socialista). Por medio de esta alianza, la clase obrera tratará de dirigir a estos sectores en la construcción y desarrollo del socialismo, hacia la total predominancia de las relaciones comunistas.

Tal alianza incluye, evidentemente, la existencia de compromisos, así como de luchas, puesto que existen contradicciones objetivas entre estas fuerzas sociales, puesto que esta alianza agrupa intereses comunes y diferentes que pueden potencialmente competir entre sí. Tales contradicciones, si no se solucionan en el sentido de ampliar y profundizar en las relaciones socialistas, pueden agudizarse y desembocar en contradicciones antagónicas42.

La dictadura del proletariado se mantendrá hasta que todas las relaciones sean comunistas, es decir, mientras sea necesario que exista el Estado como mecanismo de dominación política. Su necesidad también es resultado de la continuación de la lucha de clases a nivel internacional.

24. Las decisiones políticas relativas a la superestructura, las instituciones de la dictadura del proletariado, el control obrero, etc., están íntimamente conectadas con las decisiones políticas en el ámbito de la economía, puesto que la tarea más esencial de la dictadura del proletariado es la formación de las nuevas relaciones sociales.

En la primera Constitución de la RSFSR43 y en la primera Constitución de la URSS de 1924 (así como en las constituciones de las Repúblicas de 1925), la relación comunista entre las masas y la maquinaria estatal se garantizaba por medio de la representación electoral indirecta de los obreros que tenía como circunscripción electoral la unidad de producción. El derecho a voto sólo se garantizaba a los obreros (no a los ciudadanos en general). La burguesía, los terratenientes, cualquiera que explotase el trabajo de otro, curas y monjas, elementos contrarrevolucionarios, no tenían derecho a voto. Las concesiones a los capitalistas en el período de la NEP no incluyeron derechos políticos.

En la constitución de 1936 se estableció la representación electoral directa por medio de circunscripciones electorales geográficas (la región se convirtió en la circunscripción electoral y la representación era proporcional al número de habitantes). Se abolió la celebración de elecciones en asambleas generales y se sustituyó por estas circunscripciones electorales. Se garantizó a todos el derecho a voto por medio de urnas con voto secreto.

Las modificaciones en la constitución de 1936 trataban de resolver algunos problemas44, tales como la falta de comunicación directa del partido y los funcionarios soviéticos con la base, el funcionamiento de los soviets, los fenómenos burocráticos, etc., y también a estabilizar el poder soviético de cara a la cercana guerra.

El enfoque crítico hacia estos cambios se centra en la necesidad de estudiar más en profundidad la degradación funcional de la unidad de producción como núcleo de la organización del poder estatal de la clase obrera, debido a la abolición de la elección indirecta de delegados por medio de congresos y asambleas generales. Tenemos que estudiar su impacto negativo en la composición de clase de los altos órganos del estado y en la aplicación del derecho de revocación de los delegados (lo que según Lenin supone el elemento básico de la democracia en la dictadura del proletariado).

25. Tras el XX Congreso (1956) se fortalecieron los poderes de los soviets locales en cuestiones relativas a la “responsabilidad económica” y la “autogestión” de las empresas socialistas. Así, el centralismo democrático a nivel político sufrió un retroceso parejo al de la Planificación Central a nivel económico. Se tomaron medidas que fortalecieron la “permanencia” de funcionarios en los soviets, por medio del gradual incremento de los plazos en el cargo y de una mayor posibilidad de exención de delegados de sus tareas en la producción.

En el XXII Congreso del PCUS (1961) se adoptaron resoluciones y enfoques erróneos relativos al “socialismo desarrollado” y al “fin de la lucha de clases”. En nombre de las “contradicciones no antagónicas” entre clases y grupos sociales, se adoptó la posición de que la URSS era un “Estado de todo el pueblo” (lo que se consolidó en la reforma constitucional de 1977) y el PCUS un “partido de todo el pueblo”. Este acontecimiento contribuyó a alterar las características del estado obrero revolucionario, al deterioro en la composición de clase del Partido y sus cuadros, a la pérdida de la vigilancia revolucionaria, que se teorizó con la tesis de la “irreversibilidad” de la construcción socialista.

Con la perestroika y la reforma del sistema político en 1988, el sistema soviético degeneró hacia un organismo burgués parlamentario con una división de las funciones ejecutivas y legislativas, una permanencia de los cargos y un socavamiento del derecho de revocación, altas remuneraciones, etc.

26. La experiencia práctica revela el gradual distanciamiento de las masas de la participación en el sistema soviético, que en los 80 tenía un carácter puramente formal. Este distanciamiento no puede atribuirse en exclusiva o principalmente a los cambios en el funcionamiento de los soviets, sino a las diferencias sociales que se fortalecieron con las políticas económicas, a la agudización de las contradicciones entre los intereses individuales y de grupo, por un lado, y el interés colectivo social, por otro. De esta forma los criterios de control obrero fueron degenerando o adoptando un carácter simplemente formal.

A la vez que la dirección del PCUS adoptaba políticas que debilitaban el carácter social de la propiedad y fortalecían los intereses individuales y grupales, se creó una sensación de alienación de la propiedad social y se erosionó la conciencia. Se abrió el camino a la pasividad, la indiferencia y el individualismo, ya que la realidad cada vez se alejaba más de las declaraciones oficiales, mientras caían la producción industrial y agrícola, y con ellas la capacidad de satisfacer las crecientes necesidades sociales.

La clase obrera, las masas populares en general, no rechazaban el socialismo. Es destacable que las consignas utilizadas durante la perestroika fueran “revolución dentro de la revolución”, “más democracia”, “más socialismo”, “socialismo con rostro humano”, “retorno a los principios leninistas”, ya que una gran parte del pueblo, que veía los problemas, quería cambios en el marco del socialismo. Por esta razón las medidas que inicialmente debilitaron las relaciones comunistas y fortalecieron las relaciones mercancía-dinero, y aquellas que luego abrieron la vía para el regreso de la propiedad privada de los medios de producción, fueran promovidas como medidas que fortalecían el socialismo.

La estrategia del Movimiento Comunista Internacional y los acontecimientos en su seno

27. Los acontecimientos en el seno del movimiento comunista internacional y las cuestiones de su estrategia jugaron un papel importante en la lucha de clases mundial y en la configuración de la correlación de fuerzas45.

Se expresaron problemas de unidad ideológica y estratégica durante toda la vida de la Internacional Comunista (IC), relacionados con la naturaleza de la Revolución, el carácter de la guerra venidera y el auge del fascismo en Alemania46, así como la actitud frente a la socialdemocracia.

Los grupos oportunistas en el Partido Comunista Bolchevique (trotskistas y bujarinistas), estaban también vinculados a la lucha que se desarrollaba en el seno de la IC con respecto a la estrategia del movimiento comunista internacional. A finales de la década de los 20, en el VI Congreso de la IC, Bujarin, como presidente de la IC, apoyaba a fuerzas en los partidos comunistas y en la IC que sobreenfatizaban la “estabilización del capitalismo” y la improbabilidad de un nuevo auge revolucionario, y expresaban un espíritu de compromiso con la socialdemocracia, especialmente con el “ala izquierda”, etc.

La relajación en el funcionamiento de la IC como centro unificado había aparecido muchos años antes de su autodisolución (1943)47. La disolución de la IC (mayo de 1943), a pesar de los problemas de unidad que había e independientemente de si podía haberse mantenido o no, privó al movimiento comunista internacional del centro y la capacidad para la elaboración coordinada de una estrategia revolucionaria para la transformación de la lucha contra la guerra imperialista o contra la ocupación extranjera en una lucha por el poder estatal, como tarea común que concernía a cada Partido Comunista en las condiciones de su propio país48.

Independientemente de los factores que llevaron a la disolución de la IC, hay una necesidad objetiva de que el movimiento comunista internacional formule una estrategia revolucionaria unificada, planifique y coordine su actividad. Un estudio más profundo concerniente a la disolución de la IC debe tomar en consideración una serie de acontecimientos49, tales como: el cese de la actividad de la Internacional Sindical Roja en 1937, debido a que la mayoría de sus secciones se fusionaron con los sindicatos reformistas de masas o se afiliaron a estos sindicatos; la decisión del sexto Congreso de la Internacional Juvenil Comunista (1935), según la cual la lucha contra el fascismo y la guerra demandaba un cambio en el carácter de las organizaciones juveniles comunistas, que llevó en ocasiones a la unificación de organizaciones de juventud comunistas con juventudes socialistas (por ejemplo en España, en Lituania, etc).

Mientras la guerra provocaba una mayor agudización de las contradicciones de clase dentro de muchos países, la lucha antifascista condujo al derrocamiento del poder burgués sólo en los países de Europa central y del este, con el decisivo apoyo del Ejército Rojo a los movimientos populares.

En el occidente capitalista, los partidos comunistas no elaboraron una estrategia para la transformación de la guerra imperialista o la lucha de liberación nacional en una lucha para la toma del poder estatal. La estrategia del movimiento comunista no utilizó el hecho de que la contradicción entre capital y trabajo era una característica integral de la lucha antifascista y de liberación nacional en muchos países para plantear la cuestión del poder estatal, ya que el socialismo y la perspectiva del comunismo son la única solución alternativa a la brutalidad capitalista.

La ausencia de tal estrategia en los partidos comunistas no puede justificarse por la correlación de fuerzas negativa, debida a la presencia militar de tropas norteamericanas y británicas en una serie de países de Europa occidental. Los partidos comunistas están obligados a elaborar su estrategia independientemente de la correlación de fuerzas. Se produjo un abandono gradual de la tesis de que entre el capitalismo y el socialismo no puede existir un sistema social intermedio, y por ello no hay poder político intermedio entre el poder estatal de la burguesía y el de la clase obrera

Esta tesis sigue siendo válida, independientemente de la correlación de fuerzas, e independientemente de los problemas que pueden actuar como catalizador para acelerar los acontecimientos, como por ejemplo la agudización de las contradicciones inter-imperialistas, la guerra imperialista o los cambios en la forma del poder estatal burgués que pudieran tener lugar.

28. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial se reformularon las alianzas. Los Estados capitalistas y las fuerzas oportunistas y burguesas que habían tomado parte en la lucha de liberación nacional en cada país (por ejemplo, fuerzas socialdemócratas) se unieron en contra del movimiento comunista y los Estados que llevaban a cabo la construcción socialista.

En estas condiciones, se volvieron aún más claros los resultados negativos derivados del incremento de la erosión oportunista de algunas secciones del movimiento comunista internacional. La falta de un vínculo orgánico entre los partidos comunistas tras la disolución de la IC, estando la unidad ideológica gravemente dañada, no permitió la formulación de una estrategia unificada del movimiento comunista internacional contra la estrategia del imperialismo internacional.

El “Buro de Información” de los Partidos Comunistas, que fue creada en 194750 y disuelta en 1956, así como los Encuentros Internacionales de PPCC posteriores, no pudieron gestionar adecuadamente estos problemas.

El sistema imperialista internacional se mantuvo fuerte después de la guerra a pesar del indudable fortalecimiento de las fuerzas socialistas. Inmediatamente después del fin de la guerra, el imperialismo, bajo la hegemonía de los EEUU, inició la “Guerra Fría”. Fue una estrategia cuidadosamente elaborada de socavamiento del sistema socialista.

La "Guerra Fría" incluyó la organización de una guerra psicológica, la intensificación del gasto militar para agotar económicamente a la URSS, redes de subversión y erosión del sistema socialista desde dentro, provocaciones abiertas y la incitación de sucesos contrarrevolucionarios (por ejemplo en Yugoslavia en 1947-48, en la RDA en 1953, en Hungría en 1956, en Checoslovaquia en 1968, etc.). Se siguió una estrategia diferenciada, económica y diplomática, hacia los nuevos Estados socialistas con el fin de romper su alianza con la URSS, con el fin de reforzar las condiciones para su corrupción oportunista.

Al mismo tiempo, el sistema imperialista, con los EEUU a la cabeza, creó una serie de alianzas militares, políticas y económicas, así como organizaciones crediticias internacionales (OTAN, Comunidad Europea, FMI, Banco Mundial, acuerdos de comercio internacional), que aseguraron la coordinación entre los Estados capitalistas y resolvieron algunas de las contradicciones entre ellos, con el fin de servir al objetivo estratégico común de lograr una presión sofocante sobre el sistema socialista. Organizaron intervenciones imperialistas, provocaciones sistemáticas y multifacéticas, así como campañas anticomunistas. Utilizaron las más modernas armas ideológicas para manipular a los pueblos, para crear un clima hostil contra los Estados socialistas y el movimiento comunista en general. Utilizaron en su favor las desviaciones oportunistas y los problemas de unidad ideológica del movimiento comunista. Apoyaron económica, política y moralmente toda forma de descontento o desacuerdo con el PCUS y la URSS. Pusieron miles de millones de dólares de sus presupuestos estatales al servicio de este objetivo.

29. La línea de “coexistencia pacífica”, tal como fue desarrollada en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, hasta cierto punto en el XIX Congreso (octubre de 1952)51 y principalmente en el XX Congreso del PCUS (1956)52, reconocía la brutalidad imperialista y la agresión de los EEUU y Gran Bretaña y de ciertas secciones de la burguesía y sus respectivas fuerzas políticas en los Estados europeos capitalistas occidentales, pero no como un elemento integral del capitalismo monopolista, del imperialismo. De esta manera, se permitió el desarrollo de visones utópicas, como la de que es posible para el imperialismo aceptar a largo plazo la coexistencia con fuerzas que han roto su dominación mundial.

Desde el XX Congreso del PCUS (febrero de 1956) y su tesis de una “variedad de formas de transición al socialismo bajo ciertas condiciones”, la línea de “coexistencia pacífica” también se vinculó a la posibilidad de una transición parlamentaria al socialismo en Europa, estrategia que ya existía en varios Partidos Comunistas y que acabó por triunfar en la mayoría de ellos. En esencia, esta tesis constituía una revisión de las lecciones de la experiencia revolucionaria soviética y era una estrategia reformista socialdemócrata. La estrategia unificada del capitalismo contra los estados socialistas y el movimiento obrero en los países capitalistas fue subestimada. No se analizaron correctamente las contradicciones entre los estados capitalistas, las cuales indudablemente contenían el elemento de la dependencia como es inevitable en la pirámide imperialista. Triunfó el análisis de que había una relación de “subordinación y dependencia” de todo país capitalista hacia los EEUU53. Se adoptó la estrategia del “gobierno antimonopolista”, una especie de etapa entre el socialismo y el capitalismo, que también resolvería los problemas de “dependencia” hacia los EEUU. Esta línea fue adoptada incluso por el PC de los EEUU, es decir, el PC del país que estaba en la cumbre de la pirámide imperialista. En la práctica política, esta línea encontró expresión en la participación de partidos comunistas en gobiernos que administraban el capitalismo en alianza con la socialdemocracia.

Así fue como los partidos comunistas escogieron una política de alianzas que incluía a fuerzas de la burguesía, aquellas definidas como de “pensamiento nacionalista” en contraposición a aquellas que se consideraban serviles hacia el imperialismo extranjero. Tales visiones dominaron también en la parte del movimiento comunista que después de la ruptura de 1960 se orientaba hacia el PC de China y constituyó la corriente maoísta.

La actitud de muchos partidos comunistas hacia la socialdemocracia era parte de esta estrategia. La visión de que la socialdemocracia estaba dividida en un ala "izquierda" y en un ala “derecha” fue dominante en los partidos comunistas, debilitando seriamente la lucha ideológica contra la socialdemocracia. En nombre de la unidad de la clase obrera, los partidos comunistas hicieron una serie de concesiones ideológicas y políticas, mientras que las declaraciones con respecto a la unidad que venían del lado de la socialdemocracia no apuntaban al derrocamiento del sistema capitalista, sino a la separación de la clase obrera de la influencia de ideas comunistas y su alienación como clase.

En Europa Occidental, en las filas de muchos PPCC, bajo el pretexto de las peculiaridades nacionales de cada país, fue dominante la corriente oportunista conocida como “Eurocomunismo”, que negaba las leyes científicas de la revolución socialista, la dictadura del proletariado y la lucha revolucionaria en general.

Ambas secciones del movimiento comunista (la que estaban en el poder y la que no) sobreestimaron la fuerza del sistema socialista y subestimaron la dinámica de reconstrucción capitalista de posguerra. Al mismo tiempo, se agravó la crisis en el movimiento comunista internacional, expresada inicialmente con la ruptura de relaciones entre el Partido Comunista de la Unión Soviética y el Partido Comunista de China y, posteriormente, con la creación de la corriente conocida como “Eurocomunismo”.

La interacción recíproca del oportunismo del momento entre los partidos comunistas de los países capitalistas y los partidos comunistas gobernantes se reforzó en las condiciones de temor a un ataque nuclear contra los países socialistas, de agudización de la lucha de clases dentro de los Estados socialistas (Europa oriental y central) y de nuevas guerras imperialistas (Vietnam, Corea). Las tácticas flexibles del imperialismo tuvieron un impacto en el desarrollo del oportunismo en los partidos comunistas de los Estados socialistas, en el socavamiento de la construcción socialista y de la lucha revolucionaria en la Europa capitalista y en todo el mundo. Así, directa e indirectamente, se reforzó la presión imperialista sobre los Estados socialistas utilizando, entre otras, tanto a la corriente eurocomunista como a las corrientes trotskista y maoísta quienes, en menor o mayor medida, apoyaron los ataques imperialistas contra la URSS y el resto de países socialistas.

Una evaluación de la postura del KKE

30. El XIV congreso del KKE (1991) y la Conferencia Nacional (1995) realizaron un ejercicio de autocrítica con respecto a lo siguiente: como partido no pudimos evitar la idealización del socialismo tal como fue construido en el siglo XX. Subestimamos los problemas que observábamos, atribuyéndolos principalmente a factores objetivos. Los justificábamos como problemas en el desarrollo del socialismo, algo que se ha demostrado no corresponder a la realidad. Subestimamos la complejidad de la lucha con los restos heredados del pasado; sobreestimamos el rumbo de desarrollo socialista, a la vez que subestimábamos la tenacidad del sistema imperialista internacional.

Nuestra autocrítica se refiere a nuestra percepción equivocada acerca de las causalidades del socialismo y la naturaleza de las contradicciones en el proceso de formación y desarrollo de la nueva sociedad. La posición adoptada por nuestro Partido fue una parte del problema. Nuestra capacidad para llegar a las conclusiones correctas se vio restringida por el hecho de que nuestro Partido no puso la atención debida a la necesidad de adquirir suficiencia teórica para promover el estudio creativo y la asimilación de nuestra teoría, para utilizar la rica experiencia de la lucha de clases y revolucionaria, para contribuir con sus propias fuerzas al desarrollo creativo de tesis ideológicas y políticas basadas en las condiciones en desarrollo. En gran parte, como partido, adoptamos análisis teóricos y elecciones políticas erróneas del PCUS.

Nuestra actitud fue influida en gran medida por la formalidad de las relaciones que surgieron entre los partidos comunistas, la adopción acrítica de tesis del PCUS con respecto a cuestiones teóricas e ideológicas. De nuestra experiencia surge la conclusión de que el respeto hacia la experiencia de otros partidos debe ser combinado con un juicio objetivo sobre sus políticas y prácticas, con la crítica de camaradas hacia los errores y la oposición a las desviaciones.

La conferencia de 1995 criticó el hecho de que nuestro partido aceptara acríticamente la política de la Perestroika, valorándola como una política de reforma que beneficiaría al socialismo. Este hecho refleja el reforzamiento del oportunismo dentro de las filas del Partido en este período.

Este tratamiento crítico de la postura del KKE en relación a la construcción socialista no denigra el hecho de que nuestro Partido, a lo largo de su historia, fiel a su carácter internacionalista, defendió el proceso de construcción socialista en el siglo XX, con las vidas de miles de sus militantes y cuadros. De manera militante realizó propaganda sobre la contribución del socialismo. La defensa de la contribución del socialismo en el siglo XX fue y es la elección consciente de nuestro Partido en el pasado y hoy después de las evoluciones negativas.

El KKE no se unió a las fuerzas que, surgidas del movimiento comunista y en el nombre de la crítica a la URSS y los otros países, fueron llevadas a la negación del carácter socialista de estos países, a la adopción de la propaganda del imperialismo; tampoco hizo una revisión de su defensa del socialismo, a pesar de sus debilidades.

Asuntos que exigen un mayor estudio

31. Sobre la base de los análisis y directrices anteriores, el nuevo CC debe organizar el estudio más profundo y la extracción de conclusiones sobre una serie de temas:

  • Las formas de organización de la participación de los obreros, sus derechos y deberes, durante los diferentes períodos del poder soviético, tales como los Comités Obreros y los Consejos de Producción de los años 20, el movimiento stajanovista de los años 30, en contraste con los “consejos de autogestión” de la perestroika. Su relación con la Planificación Central y el alcance del carácter social de la propiedad sobre los medios de producción.
  • El desarrollo de los soviets como forma de la dictadura del proletariado. Cómo se llevó a cabo la relación “Partido – Soviet – clase obrera y fuerzas populares” en las diferentes fases de la construcción socialista en la URSS. Los temas relativos a la degradación funcional de la unidad de producción como núcleo de organización del poder obrero, con la abolición del principio de la unidad de producción como unidad electoral y de la elección indirecta de delegados por medio de congresos y asambleas. El impacto negativo en la composición de clase de los órganos estatales superiores y la aplicación del derecho de revocación de los delegados.
  • El desarrollo de la política salarial que se siguió durante el rumbo socialista de la URSS. La evolución de la estructura de la clase obrera. Un mayor estudio de la relación entre lo individual y lo social en la producción y distribución del producto de la producción socialista.
  • El desarrollo de las relaciones de propiedad y distribución en la producción agrícola en la URSS. Las diferencias entre trabajadores en las unidades de producción socialistas y en los servicios y la estratificación en el seno de los productores agrícolas privados y cooperativos.
  • Los desarrollos en la composición de clase del Partido, en su estructura y funcionamiento y su impacto en el ámbito ideológico y en las características revolucionarias del Partido, sus miembros y cuadros.
  • La evolución de las relaciones entre los estados miembros del CAME, así como las relaciones económicas entre los estados miembros del CAME y los estados capitalistas, especialmente durante el período en que la construcción socialista empezó a retroceder.
  • Cómo la forma (Democracia Popular) del poder obrero estatal se expresó en los otros estados socialistas, la alianza de la clase obrera con las capas pequeñoburguesas y la lucha entre ellas. Las influencias nacionalistas burguesas en algunas políticas de los partidos comunistas en el poder, por ejemplo en el PCCh, la Liga de Comunistas Yugoslavos. Cómo la unificación tras 1945 con secciones de la socialdemocracia afectó al carácter de los partidos comunistas en el poder, por ejemplo, el Partido Obrero Unificado Polaco, el Partido Socialista Unificado en Alemania, el PC de Checoslovaquia o el Partido Obrero Socialista Húngaro.
  • El curso de la Internacional Comunista y de la evolución de la estrategia del movimiento comunista internacional.
  • El desarrollo de la correlación de fuerzas internacional y su influencia en el crecimiento del oportunismo en el PCUS. Clarificación de los factores que llevaron a la supremacía del oportunismo en el PCUS.


D. La necesidad y actualidad del Socialismo. El enriquecimiento de nuestra concepción programática del Socialismo

La necesidad y actualidad del Socialismo

32. El programa del Partido declara: "Los derrocamientos contrarrevolucionarios no cambian el carácter de la época. El siglo XXI será el siglo de un nuevo surgimiento del movimiento revolucionario mundial y de una nueva serie de revoluciones sociales". Las luchas que se limitan a defender algunas conquistas, a pesar de ser necesarias, no pueden proporcionar soluciones verdaderas. La única solución y la perspectiva inevitable sigue siendo el socialismo, a pesar de la derrota de finales del siglo XX.

La necesidad del socialismo surge de la agudización de las contradicciones del mundo capitalista contemporáneo, del sistema imperialista. Emana del hecho de que en la etapa imperialista de desarrollo del capitalismo, que se caracteriza por la dominación de los monopolios, las condiciones materiales que se requieren para la transición a un sistema socioeconómicamente superior han madurado por completo.

El capitalismo ha socializado la producción a un nivel sin precedentes. Sin embargo, los medios de la producción, los productos del trabajo social constituyen propiedad privada y capitalista. Esta contradicción es la fuente de todos los fenómenos de crisis de las sociedades capitalistas contemporáneas: el desempleo y la pobreza, que alcanzan niveles explosivos durante las crisis económicas, la prolongación de la jornada diaria de trabajo a pesar del aumento de la productividad del trabajo, el fracaso en satisfacer las necesidades sociales contemporáneas de educación y especialización profesional, de asistencia sanitaria basada en los adelantos modernos, científicos y tecnológicos, la destrucción provocada del medio ambiente con sus severas consecuencias para la sanidad y la salud de los trabajadores, la falta de protección ante desastres naturales a pesar de las nuevas posibilidades tecnológicas, la destrucción que traen las guerras imperialistas, el tráfico de droga y el comercio de órganos humanos, etc.

Simultáneamente, estas contradicciones del capitalismo apuntan a la salida: el ajuste de las relaciones de producción para emparejarlas al nivel correspondiente de desarrollo de las fuerzas productivas. La abolición de la propiedad privada de los medios de producción, comenzando con los más concentrados, su socialización, su uso planificado en la producción social con el objetivo de satisfacer las necesidades sociales. La planificación central de la economía por el poder estatal obrero revolucionario, el control obrero. El objetivo socialista es realista, porque está arraigado en el desarrollo del capitalismo mismo. Su consecución no depende del equilibrio de fuerzas, de las condiciones bajo las cuales la acción revolucionaria se desarrolla y que pueden acelerar o desacelerar su desarrollo.

La victoria de la revolución socialista, inicialmente en un país o en un grupo de países, surge de la operatividad de la ley del desarrollo desigual, económico y político, del capitalismo54. Las condiciones para la revolución socialista no maduran simultáneamente en todo el mundo. La cadena imperialista se romperá en su eslabón más débil.

El deber "nacional" específico de cada partido comunista es la realización de la revolución socialista y la construcción socialista en su país, como una parte del proceso revolucionario mundial. Esto contribuirá a la creación de un "socialismo completamente consumado" en el marco de la "colaboración revolucionaria de los proletarios de todos países"55.

La tesis leninista relativa al eslabón débil no pasa por alto la relación dialéctica de lo nacional con lo internacional en el proceso revolucionario, lo que se expresa en el hecho de que el tránsito a la fase superior del comunismo requiere la victoria mundial del socialismo o, al menos, su victoria en los países desarrollados y dominantes en el sistema imperialista.

33. El grado de madurez de las condiciones materiales previas para el socialismo varía entre las diversas sociedades capitalistas a consecuencia de la ley del desarrollo desigual del capitalismo. El criterio básico para el desarrollo de relaciones capitalistas es la extensión y la concentración del trabajo asalariado.

Bajo las condiciones del imperialismo, el relativo atraso capitalista puede hacer surgir una agudización repentina de las contradicciones, y de ahí una crisis revolucionaria y la posibilidad de la victoria. Sin embargo, el grado de atraso socioeconómico hará correspondientemente más difícil la futura construcción socialista, la lucha de lo nuevo contra lo viejo. La velocidad de la construcción socialista es influida por lo que hereda56.

Cualquiera que sea el caso, el nivel del pasado capitalista que el poder obrero revolucionario hereda no justifica el cuestionamiento de las leyes básicas de la revolución y construcción socialistas. Estas leyes tienen aplicabilidad general en todos países capitalistas, independientemente de sus peculiaridades históricamente condicionadas que existieron indudablemente durante la construcción socialista en el siglo XX. Es seguro que también existirán durante la futura construcción socialista que, sin embargo, comenzará sobre la base de un desarrollo capitalista mucho más avanzado que el de la Rusia de 1917.

Enriquecimiento de nuestra concepción programática sobre el Socialismo.

34. El XV Congreso del KKE definió la revolución venidera en Grecia como socialista. También definió el carácter antiimperialista, antimonopolista y democrático del Frente como la alianza de la clase obrera con las otras capas populares, el cual, bajo ciertas condiciones previas y bajo el liderazgo del KKE, evolucionará hacia un frente revolucionario para la realización de la revolución socialista. Los congresos posteriores, especialmente el XVI, enriquecieron el contenido programático del Frente.

En el Programa del KKE nuestras tesis básicas con respecto al socialismo han sido expresadas, hoy podemos enriquecerlas utilizando las conclusiones relativas a la construcción socialista en la URSS durante el siglo XX basadas en las tesis marxistas-leninistas que fueron desarrolladas en el Segundo Capítulo.

35. El alto nivel de monopolización, especialmente en los últimos años, es la condición material previa para la socialización de los medios de producción en la industria, el comercio y el turismo, para que la riqueza que sea producida pueda llegar a ser propiedad social. Sobre la base de la socialización, toda forma de actividad económica privada en las áreas de la salud, el bienestar, la seguridad social y la educación debe ser abolida de manera inmediata.

La propiedad social y la Planificación Centralizada crearán la posibilidad de que desaparezca el desempleo.

La Planificación Centralizada de la economía, basada en la propiedad social de los medios concentrados de producción, es una relación comunista de producción. La Planificación Centralizada deberá garantizar la prioridad de la Sección I sobre la Sección II, la reproducción ampliada proporcional. Los planes estatales cubrirán objetivos a largo, medio y corto plazo en la planificación de la construcción socialista y la prosperidad social.

La aplicación de la Planificación Centralizada será organizada por sectores, a través de una sola autoridad unificada del Estado, con ramas regionales y a nivel de industria. La planificación se basará en una totalidad de objetivos y criterios tales como:

  • En energía: El desarrollo de infraestructura que satisfaga las necesidades de la producción centralmente planificada, la reducción del nivel de dependencia energética del país, la salvaguarda del consumo popular adecuado y barato, la seguridad de los trabajadores del sector y de áreas residenciales, la protección de la salud pública y el medio ambiente. En este sentido, las políticas energéticas tendrán los siguientes pilares: la utilización de todas las fuentes domésticas de energía (termoeléctricas, hidroeléctricas, eólicas etc.), investigación y desarrollo sistemáticos de nuevas fuentes y la búsqueda de colaboración interestatal mutuamente beneficiosa.
  • En transporte la prioridad se dará al transporte público antes que al individual, al transporte ferroviario en las tierras continentales del país. Todas las formas de transporte serán planificadas con el criterio de estar interconectadas y ser complementarias y con los objetivos de movilización barata y rápida de personas y bienes, el ahorro de energía y la protección del medio ambiente, el desarrollo planificado, la desaparición del desarrollo regional desigual y el control completo sobre la seguridad y la defensa nacionales. La condición previa para la realización de estos objetivos en el desarrollo del transporte es la planificación de la infraestructura relevante - puertos, aeropuertos, estaciones de ferrocarril, carreteras - y de una industria de producción de medios de transporte. Lo mismo se aplica a las telecomunicaciones, al procesamiento de materias primas, a la fabricación, especialmente de producción mecanizada, con el objetivo de una economía independiente (hasta donde sea posible), reduciendo la dependencia del comercio exterior y las transacciones con economías capitalistas en estos sectores cruciales.
  • La tierra será socializada, así como los grandes negocios agrícolas capitalistas. Se establecerán unidades productivas estatales para la producción y procesamiento de productos agrícolas como materias primas o como artículos de consumo.
  • Se promoverán cooperativas de pequeños y medianos campesinos, teniendo derecho a utilizar la tierra como medio productivo. Los pequeños y medianos campesinos participarán teniendo inicialmente en cuenta, para los objetivos de la distribución, la cantidad de tierra y el número de animales con los que cada uno se integra en la cooperativa. La medida de la socialización de la tierra descarta, por un lado, la posibilidad de concentración de tierra dentro o fuera de la cooperativa y, por otro lado, cambios en la utilización de la tierra y su mercantilización. La realidad griega no requiere una redistribución de tierras. Los jornaleros sin tierra serán empleados en las unidades agrícolas estatales. Se promoverá la producción cooperativa para la pequeña producción de mercancías en las ciudades siguiendo líneas similares.
  • Las cooperativas de producción crearán las condiciones necesarias para la extensión de las relaciones comunistas a todos los sectores de la economía por medio de la concentración de la pequeña producción de mercancías, su organización, la división del trabajo en las cooperativas, el incremento de la productividad del trabajo y la utilización de las nuevas tecnologías. Se creará un sistema para la distribución de los productos cooperativos a través de tiendas estatales y cooperativas. La Planificación Central determinará las proporciones entre el producto distribuido por medio del mercado cooperativo (y su precio) y el producto distribuido por medio del mecanismo estatal. El objetivo es que finalmente todo el producto de las cooperativas se distribuya por medio de un mecanismo estatal unificado. Las cooperativas de producción se vinculan a la Planificación Central a través de objetivos de producción y planes para el consumo de materias primas, energía, nueva maquinaria y servicios.
  • Los nuevos logros en la tecnología y la ciencia serán utilizados con el objetivo de reducir el tiempo de trabajo, de aumentar el tiempo libre que puede ser utilizado para elevar el nivel educativo-cultural de los trabajadores, para que se adquieran las capacidades para participar en el control de la gestión y de las instituciones del poder estatal.
  • La investigación científica será organizada por las instituciones estatales - cuerpos de educación superior, institutos, etc.- y servirá a la Planificación Central, a la administración de la producción social, para desarrollar la prosperidad social.


36. Una parte del producto social será distribuida de acuerdo a las necesidades a través de los servicios públicos y gratuitos: salud, educación, seguridad social, esparcimiento, protección de los niños y los ancianos, así como a través de transporte barato (y en ocasiones gratuito), servicios de telecomunicaciones, abastecimiento de agua y energía para el consumo popular, etc.

Se creará una infraestructura social estatal que proporcionará servicios sociales de alta calidad para satisfacer las necesidades que hoy son pagadas con los ingresos del individuo o de la familia (por ejemplo restaurantes en el lugar de trabajo, en las escuelas).

Todos los niños en edad preescolar tendrán educación preescolar gratuita, pública y obligatoria. La educación escolar gratuita, pública, general y básica de 12 años será asegurada para todos a través de una escuela con estructura, programa, administración y funcionamiento unificados, infraestructura técnica y personal especializado. Se asegurará la educación exclusivamente pública y gratuita después de finalizada la educación básica obligatoria. Por medio de un sistema unificado de educación superior gratuita y pública se formará al personal científico, capaz de enseñar en las instituciones educativas y de proporcionar el personal especializado a los ámbitos de la investigación, producción y servicios estatales socializados.

Se establecerá un sistema de bienestar y seguridad social exclusivamente público y gratuito. La producción directamente social (medios de producción socializados, planificación centralizada, control obrero) creará la base material para que una economía socialista en desarrollo - de acuerdo con su nivel del desarrollo - pueda asegurar de manera equitativa, para cada miembro de la sociedad, las condiciones para la asistencia médica y el bienestar como bienes sociales. Son proporcionados como una condición necesaria para el bienestar físico y psicológico, para el desarrollo intelectual y cultural de cada persona, que depende de la vida y condiciones de trabajo, de las condiciones generales, ambientales y sociales que afectan a la capacidad de cada persona para el trabajo y la actividad social.

37. Con la creación y la aplicación del primer plan estatal, la operatividad de las relaciones de mercancía-dinero ya estará restringida. Su restricción continua, con la perspectiva de su desaparición completa, está ligada a la extensión planificada de relaciones comunistas en toda la producción y distribución, con la expansión de servicios sociales para satisfacer una parte aún más grande de las necesidades de consumo individual. El dinero pierde gradualmente su contenido como forma de valor, su función como medio de intercambio de bienes, y es transformado en una forma de certificación del trabajo llevado a cabo, para que los trabajadores puedan tener acceso a la parte del producto social que es distribuido en conformidad con su trabajo.

El acceso a estos productos está determinado por la contribución del trabajo del individuo dentro de la estructura del total del trabajo social. La medida de la contribución de un individuo es el tiempo de trabajo, que está determinado por el Plan de acuerdo con los siguientes objetivos: las reservas de materias primas, la aplicación de tecnologías más productivas, la organización más racional del trabajo y la realización de funciones en la administración y la gestión.

El tiempo de trabajo también tiene en cuenta las necesidades generales del proceso productivo al que se incorpora el trabajo “individual”, las necesidades particulares de la producción social (por ejemplo la transferencia de fuerza de trabajo a regiones específicas, o a industrias prioritarias), así como otras necesidades sociales especiales (por ejemplo maternidad, los individuos con necesidades especiales). Se crearán incentivos para el desarrollo de una actitud comunista de vanguardia ante la organización y ejecución del trabajo, para el incremento general de la eficacia de lo colectivo en la unidad de producción o en el servicio social, como resultado de los diferentes trabajos individuales combinados. Los incentivos tendrán como objetivo el descenso del número de trabajadores puramente manuales, no formados, y el descenso del tiempo de trabajo, en paralelo con el acceso a programas educativos, a servicios de diversión y culturales, a la participación en el control obrero. Rechazamos la forma monetaria de los incentivos.

La política que dicte el ingreso económico derivado del trabajo se elaborará en base a los principios antes mencionados, con una tendencia hacia la suavización y eventual eliminación de las diferencias en cuanto a ingreso económico. Cualquier desviación temporal que exista, con el objetivo de reclutar a expertos en algunos sectores de la economía, será gestionada de manera planificada, dando prioridad a la elevación de los ingresos de las capas de trabajadores con menores salarios.

La planificación centralizada se enfoca, a medio y largo plazo, a desarrollar de una manera generalizada la capacidad de los trabajadores para realizar trabajo especializado, así como cambios en la división técnica del trabajo, para lograr el desarrollo generalizado de la productividad del trabajo y la reducción del tiempo de trabajo, en la perspectiva de eliminar las diferencias entre trabajo ejecutivo y administrativo, entre trabajo manual e intelectual.

·El papel y la función del Banco Central cambiarán. La regulación de la función del dinero, como medio para la circulación de bienes, se restringirá al intercambio entre la producción socialista y la producción cooperativa agrícola, en general a la producción de ciertos bienes de consumo que no son producidos por las unidades de producción socialista, hasta la desaparición final de la producción mercantil. Sobre esta base, se controlarán las respectivas funciones de ciertos organismos especializados de crédito estatal para la producción agrícola, otras cooperativas de producción y algunos otros pequeños productores.

Lo mismo será válido para transacciones interestatales internacionales (comercio, turismo), siempre que los Estados capitalistas existan en la Tierra. Consecuentemente, como departamento de la planificación estatal, regulará las reservas de oro o las reservas de otros bienes que operan como dinero mundial. El nuevo papel del Banco Central en el ejercicio de la contabilidad social general será formado y estará conectado con los órganos y objetivos de la planificación centralizada.

38. La construcción socialista no es compatible con la participación de un país en formaciones imperialistas como la Unión Europea y la OTAN. El poder estatal revolucionario, en concordancia con la situación internacional y regional, procurará desarrollar relaciones interestatales, con beneficio mutuo, entre Grecia y otros países, especialmente con países cuyo nivel de desarrollo, problemas e intereses inmediatos puedan asegurar una cooperación beneficiosa. El Estado socialista buscará cooperación con países y pueblos que tengan objetivamente un interés directo en resistir a los centros económicos, políticos y militares del imperialismo, y sobre todo con otros pueblos que construyan el socialismo. Procurará utilizar toda ruptura disponible que pueda existir, en el frente imperialista, debida a las contradicciones interimperialistas, para defender y reforzar la revolución y el socialismo. Una Grecia socialista, leal a los principios del internacionalismo proletario, será, hasta donde alcancen sus capacidades, un baluarte para el movimiento antiimperialista, revolucionario y comunista mundial.

39. El poder revolucionario estatal de la clase obrera, la dictadura del proletariado, tiene el deber de obstruir las tentativas de la clase burguesa y la reacción internacional de restaurar la dominación del capital. Tiene el deber de crear una nueva sociedad, con la abolición de la explotación del hombre por el hombre. Sus funciones - organizativas, culturales, políticas, educativas y defensivas - serán guiadas por el Partido. Expresará una forma más alta de democracia, con la participación decidida de la clase obrera, del pueblo, en la resolución de los problemas básicos de la construcción de la sociedad socialista y en el control sobre el poder estatal y sus órganos, como su característica básica. Es un órgano de la lucha de clases de la clase obrera, que continúa por otras formas y bajo nuevas condiciones.

El centralismo democrático es un principio fundamental en la formación y funcionamiento del Estado Socialista, en el desarrollo de la democracia socialista, en la administración de la unidad productiva, de cada servicio social.

El poder obrero revolucionario se basará en las instituciones que nacerán por la lucha revolucionaria de la clase obrera y sus aliados. Las instituciones parlamentarias burguesas serán reemplazadas por las nuevas instituciones del poder obrero.

Los núcleos del poder estatal de la clase obrera serán las unidades de producción, los centros y lugares de trabajo, a través de los cuales se ejercerá el control obrero y social de la administración. Los representantes de los trabajadores en los órganos del poder estatal serán elegidos (y de ser necesario revocados) en estas "comunidades de producción". Los jóvenes que no estén implicados en la producción (p.ej., los estudiantes de educación superior) participarán en la elección de representantes a través de las unidades educativas. La participación de las mujeres que no trabajen y los jubilados tendrá lugar de manera especial, utilizando las organizaciones de masas y las unidades que proporcionan servicios especiales.

El ejercicio del control obrero y social será institucionalizado y estará salvaguardado en la práctica, así como la libre crítica de las decisiones y las maniobras que obstruyan la construcción socialista, la libre denuncia de la arbitrariedad subjetiva y el comportamiento burocrático de los funcionarios, y de otros fenómenos y desviaciones negativas de los principios socialistas-comunistas.

La representación de los campesinos cooperativistas y los pequeños productores de bienes salvaguarda su alianza con la clase obrera. La composición de los órganos superiores está conformada por delegados elegidos en los órganos inferiores a través de los cuerpos correspondientes. Estará asegurado que la mayoría de los representantes en estos órganos sean trabajadores de las unidades de producción socialista y de los servicios sociales públicos.

El órgano superior del poder estatal es un órgano de trabajo - legisla y gobierna al mismo tiempo - y dentro de su estructura se hace la asignación de autoridades legislativas y ejecutivas. No es un parlamento, los representantes no son permanentes, pueden ser removidos, no están aislados de la producción, pero están liberados de su trabajo durante su mandato, según los requisitos de sus funciones como representantes y no tienen un beneficio económico especial por su participación en los órganos del poder estatal. Desde el órgano más alto, el gobierno, se escogen los responsables de varias autoridades ejecutivas (los ministerios, las administraciones, los comités, etc.).

Se promulgará una Constitución y legislación revolucionarias, que estarán en concordancia con las nuevas relaciones sociales – propiedad social, planificación centralizada, control obrero - y defenderán la legalidad revolucionaria. Sobre esta base se formará la ley laboral, civil y toda la consolidación legal de las nuevas relaciones sociales. Se formará un nuevo sistema judicial, que estará basado en instituciones populares revolucionarias para la administración de la justicia. Las nuevas autoridades judiciales estarán bajo la supervisión directa de los órganos del poder estatal. El cuerpo judicial estará conformado por jueces populares elegibles y revocables, así como por personal permanente, responsable ante las instituciones del poder estatal de la clase obrera.

Entre los deberes del poder estatal revolucionario de la clase obrera estará la revisión radical de esa sección del mecanismo administrativo del Estado burgués que será heredado inevitablemente durante la primera fase del socialismo. El tiempo de trabajo, los derechos y los deberes de los trabajadores estarán regulados según la ley revolucionaria. La dirección del partido, sin ningún tipo de privilegio, velará por la transformación revolucionaria de la administración pública.

Los nuevos órganos de seguridad y defensa revolucionarios estarán basados en la participación de los trabajadores y el pueblo, y también tendrán un personal especializado permanente.

En lugar del ejército burgués y los órganos represivos, que habrán sido disueltos por completo, se crearán nuevas instituciones, que estarán basadas en la lucha armada revolucionaria para la destrucción de la resistencia de los explotadores y para la defensa de la Revolución. El papel dirigente del Partido en las unidades militares y en las fuerzas de defensa de la revolución se garantizará. Sus cuadros serán nombrados sobre la base de su postura hacia la Revolución.

Gradualmente, a través de nuevas escuelas militares, se creará un nuevo cuerpo formado principalmente por la juventud de extracción obrera. Será educado en los principios del nuevo poder estatal. Se echará mano de la experiencia positiva de la construcción socialista, donde los deberes para la defensa de la revolución no sólo serán llevados a cabo por fuerzas especiales permanentes, sino también recaerán en el pueblo a través de comités obreros, etc.

40. El KKE, como vanguardia de la clase obrera, tiene el deber de dirigir la lucha por la transformación completa de todas las relaciones sociales en relaciones de tipo comunistas.

El papel de vanguardia revolucionaria del Partido se consolida a través del esfuerzo constante por asimilar y desarrollar su comprensión de la teoría marxista-leninista, del comunismo científico, con la asimilación de los logros científicos contemporáneos y la interpretación clasista de los problemas que aparecen durante el proceso de creación y desarrollo de la formación socioeconómica comunista.

En cada fase es importante garantizar la composición proletaria del partido, ya que una sociedad socialista no es homogénea y tiene contradicciones sociales.

El papel de dirección y vanguardia revolucionaria del partido surge de su capacidad para activar la participación de los trabajadores y el control obrero, sobre todo en la unidad de producción y en los servicios sociales.

El papel del Partido no es simplemente ideológico-educativo. Es el partido de la clase que detenta el poder estatal, con un papel dirigente en el mismo. Consecuentemente, el Partido Comunista debe tener una relación orgánica directa con todas las estructuras de la dictadura del proletariado. Tiene que dar dirección estratégica. Debe preocuparse por todas las cuestiones políticas importantes que tengan que ver con el ejercicio del poder estatal; debe movilizar a la clase obrera en el control del poder estatal y la administración de la producción.

Epílogo

Nuestro Partido continuará su estudio e investigación para una mejor codificación de nuestras conclusiones, incluyendo asuntos que no han sido tratados completamente. Igualmente importante es la asimilación de nuestras elaboraciones presentes en el socialismo/comunismo por todos los miembros del Partido y la Juventud Comunista, también por los amigos del Partido.

Es esta tarea la que determinará la capacidad del Partido para conectar completamente su estrategia con la lucha diaria, para formular objetivos para los problemas inmediatos de los trabajadores en armonía con la estrategia para la conquista del poder obrero revolucionario y para la construcción socialista.

Febrero de 2008

XVIII Congreso del KKE



El texto es una traducción no oficial hecha por camaradas españoles y mexicanos.




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