Saludo de la Secretaria General del CC del KKE Al. Papariga en el encuentro con representantes del Congreso de la Federación Sindical Mundial
Aleka Papariga: Se
necesita un movimiento obrero que luche por el
cambio de la correlación de fuerzas y el derrocamiento
del poder de los monopolios
El día 7 de abril,
los más de 800 delegados del 16º Congreso de la Federación Sindical
Mundial (FSM), que se lleva a cabo estos días en Atenas, visitaron
la sede del CC del KKE.
Un gran evento internacionalista
se celebró en el aula de congresos del CC del partido que fue sacudida
por los sonidos de las canciones obreras revolucionarias de todo el
mundo. La Secretaria General del CC del KKE se dirigió a los delegados
y dijo entre otras cosas que:
“Consideramos que
en condiciones de crisis, tanto el Partido Comunista como el movimiento
obrero sindical deben llevar a cabo una lucha muy compleja. Por un lado,
deben crear focos y condiciones de agrupación en base a los problemas
cotidianos agudizados por la crisis a fin de atraer a la acción a amplias
masas obreras, sobre todo jóvenes que son relativamente inmaduros y
se han educado en condiciones de retroceso del movimiento obrero revolucionario
mundial, y al mismo tiempo reunir los frentes según centro de trabajo
y sector en un movimiento unificado que luche por el cambio de la correlación
de fuerzas, el derrocamiento del poder de los monopolios, hacia la perspectiva
del socialismo.”
El texto entero del saludo de Aleka Papariga a los delegados extranjeros:
=================“Con gran placer
les damos la bienvenida en la sede del CC del KKE. Esperamos las decisiones
finales de su Congreso con gran interés y expectativas, en un período
en que los pueblos necesitan un apoyo firme, sólido e inquebrantable,
una fuerza de inspiración y confianza en sí mismos en su lucha difícil
y ardua.
La crisis económica
capitalista está en pleno desarrollo. Como suele ocurrir ha empezado
en un país -y en este caso concreto en los EE.UU.- y a continuación
ha ido golpeando muchos países de la UE y otros.
Varios institutos científicos
del imperialismo y los analistas más serios concluyen que cuando venga
la recuperación, sucesivamente en un país tras otro se acompañará
de alto y creciente desempleo e inflación. Nosotros añadimos algo
que se reconoce tácitamente o sea que el antagonismo interimperialista
en condiciones de liberalización del movimiento de capitales, es posible
que traiga significativos cambios en la pirámide imperialista que abarcarán
los niveles medios y tal vez los inferiores. Así pues, tanto en el
período de crisis como en el de recuperación, en varios países se
producirá inestabilidad política y graves conflictos militares sobre
el nuevo reparto del botín.
La guerra contra Libia
es un síntoma característico y por cierto no es el último puesto
que en varios países árabes se notan desarrollos similares mientras
que África se está convirtiendo en un gran escenario de antagonismos
interimperialistas.
Según nuestra opinión,
hoy en día inevitablemente se plantea en primer lugar la especificación
de la estrategia y de la táctica del movimiento obrero para soportar
la presión en período crisis, pasar en fase de contraataque, garantizar
un paso importante hacia delante, un salto pequeño o grande para que
inicie el proceso de cuenta atrás de la correlación de fuerzas negativa
que se ha desarrollado durante los últimos 20 años.
Nosotros como partido
hablamos de especificación porque al estallar la crisis fuimos ideológica
y políticamente preparados, con un nuevo programa y una estrategia
elaborada en base a las condiciones contemporáneas y con amplios lazos
con la clase obrera y las capas populares pobres del país.
Lo que según nuestra
opinión nos ayudó a estar mejor preparados fue las elaboraciones
acerca del desarrollo del capitalismo griego en condiciones de incorporación
en la UE, la política de alianzas que hemos elaborado que se basa en
los cambios en la estructura social y de clases del país, así como
los estudios que hemos llevado a cabo durante 18 años para sacar conclusiones
científicas sobre la construcción socialista en el siglo XX y las
causas de la victoria de la contrarrevolución, en particular las causas
internas que tienen que ver principalmente con el partido.
Consideramos que en
condiciones de crisis, tanto el Partido Comunista como el movimiento
obrero sindical deben llevar a cabo una lucha muy compleja. Por un lado,
deben crear focos y condiciones de agrupación en base a los problemas
cotidianos agudizados por la crisis a fin de atraer a la acción a amplias
masas obreras, sobre todo jóvenes que son relativamente inmaduros y
se han educado en condiciones de retroceso del movimiento obrero revolucionario
mundial, y al mismo tiempo reunir los frentes según centro de trabajo
y sector en un movimiento unificado que luche por el cambio de la correlación
de fuerzas, el derrocamiento del poder de los monopolios, hacia la perspectiva
del socialismo.
Por supuesto no es
una tarea fácil porque en condiciones de crisis el radicalismo que
puede desarrollarse se enfrenta no sólo a la violencia estatal y la
intimidación ideológica sino también a la difusión sistemática
de puntos de vista reformistas y oportunistas que crean confusión a
la conciencia, debilitan, fragmentan y asimilan.
Sin embargo, la única
opción es la estrategia de ruptura y derrocamiento.
Lo que hoy está
claro y constituye un elemento relativamente nuevo es que el sistema
capitalista a escala nacional, regional e internacional tiene límites
muy estrechos en cuanto a la gestión de la crisis en comparación con
el pasado lo cual se debe a los antagonismos, a la mayor anarquía en
las condiciones de liberalización del movimiento de capitales, al incremento
de los centros imperialistas que demandan un nuevo reparto de los mercados
etc.
Los límites históricos
del sistema capitalista se han vuelto más visibles hoy que durante
la crisis de 1922-23 o incluso durante la década de los 70.
Las luchas que se limitan
a demandas parciales, cuyo objetivo es mitigar las consecuencias, no
traen resultados; los gobiernos muestran resistencia, corren riesgos
pero no hacen las concesiones que hacían en el pasado.
Esto no significa que
ponemos límites de antemano en la lucha de clases. Sin embargo, la
realidad ha demostrado que un movimiento puede cansarse fácilmente,
asimilarse y quebrantarse cuando limita estratégicamente su lucha en
demandas defensivas, en un período en que se eliminan logros conquistados
o cedidos. De este modo el movimiento sindical está en peligro de conducirse
al desprecio absoluto y al descrédito, de perder su carácter reivindicatorio
y degenerarse completamente, como ha sucedido lamentablemente en los
EE.UU. Existe el riesgo de que se asimile plenamente y que se desarme
tal como ha sucedido en varios países europeos. La cuestión del poder
político a favor de la clase obrera y de sus aliados debe plantearse
al movimiento obrero no como una consigna y de manera voluntarista sino
de modo planificado tomando en cuenta la experiencia de las masas. Es
cierto que la clase obrera, la mayor parte posible, debe convencerse
de su propia experiencia. Sin embargo, para transformar esta experiencia
en madurez política hace falta tener estrategia y táctica revolucionarias
correctas. Si no, la experiencia de las masas se formará no sólo en
base a sus problemas sino también a la basura ideológica de la ideología
burguesa y del reformismo y el oportunismo. El sistema capitalista no
se puede reformar o modernizar a favor de los trabajadores. Ninguna
versión alternativa de gestión del sistema no puede borrar la barbarie
de la explotación de clase. El sistema capitalista tiene varias reservas
para formar gobiernos de alianzas con fuerzas reformistas y oportunistas,
con formaciones ecológicas pero esto no cambia el hecho que el pueblo
se enfrenta a un gobierno burgués que apoya el sistema capitalista
firme y constantemente.
Un asunto de suma importancia
es la postura del movimiento comunista y obrero ante la guerra imperialista
y cualquier forma de intervención.
Hoy en día sigue siendo
plenamente vigente la separación de guerras en justas e injustas. No
es cuestión de elegir. Es un asunto objetivo porque el imperialismo
y la guerra son absolutamente compatibles.
Nosotros hemos dicho
NO a la guerra imperialista en los Balcanes, en el Oriente Medio, en
África, en Asia desde el primer momento, independientemente de nuestra
oposición con los regímenes y gobiernos en los diferentes países.
El No a la guerra en Irak no significaba tolerancia a Saddam, ni el
NO a la guerra en Libia significaba tolerancia y apoyo a Gaddafi.
En cada país, el pueblo
tiene la primera responsabilidad, encabezado por la clase obrera, de
imponer el cambio de la correlación de fuerzas y dar una solución
radical sin protección e intervención imperialista. Es otra cosa la
necesidad de solidaridad obrera internacionalista unida y activa hacia
los pueblos que sufren.
Somos de la opinión
que la amplia iluminación de los pueblos debe realizarse de modo más
abierto y audaz, que se necesitan acciones prácticas para fortalecer
la posición que ningún pueblo debe alinearse con la burguesía de
su país en el antagonismo interimperialista en su intento de lograr
parte del botín que deriva de la explotación clasista y de la represión
imperialista.
La guerra imperialista
es de carácter objetivo. Con la actual correlación de fuerzas es difícil
de evitar, sin embargo esto no significa que no debe haber un esfuerzo
sistemático del pueblo para detenerlo. Es posible tener resultados
en algún lugar, incluso en las condiciones actuales. Sin embargo, objetivamente,
cuando se estalla una guerra imperialista se plantea la cuestión tanto
al movimiento comunista como al movimiento obrero sindical, en la medida
en que ha mantenido o que ha desarrollado una orientación de clase,
de transformar la lucha contra la ocupación o la participación en
la guerra en una lucha por el poder, en la medida que existirán las
condiciones previas para la transición inmediata al socialismo. En
todo caso, el movimiento contra la guerra no puede limitarse en una
lucha humanitaria o más aún en una lucha que temporalmente deja de
lado la lucha de clases en nombre de poner fin a la guerra. Se ha demostrado
desde hace tiempo que la burguesía frente al levantamiento popular
prefiere la protección política de su aliado imperialista y la cooperación
con el agresor en lugar de salvaguardar la integridad y los derechos
soberanos de su país.
Creemos que es nuestra
obligación, especialmente junto con los comunistas elegidos en los
órganos de la FSM y de los sindicatos, luchar con los que comparten
los principios de la lucha de clase, contribuir en el fortalecimiento
de la organización a través de nuevas organizaciones, en nuevos países
para que se convierta en una fuerza global de lucha y esperanza”.
e-mail:cpg@int.kke.gr